Los dos candidatos presidenciales de Brasil, la oficialista Dilma Rousseff y el opositor José Serra, afinaban ayer sus estrategias en busca de una alianza con la ambientalista evangélica Marina Silva, cuyos votos podrían definir el ballottage del próximo 31.
Rousseff y sus aliados lanzaron un movimiento para intentar contener la hemorragia de votos de sectores religiosos conservadores, tanto católicos como evangélicos, que según los expertos se constató en la primera vuelta por la postura del Partido de los Trabajadores (PT), favorable a la despenalización del aborto. En muchas iglesias y templos evangélicos, curas y pastores llamaron a sus seguidores a no votar por Rousseff.
El secretario de Comunicación del PT, André Vargas, afirmó que "fue un error" haber incluido la despenalización del aborto en el programa electoral del partido.
En tanto, el mandatario Luiz Inacio Lula da Silva, que no formuló comentario alguno sobre los resultados de las elecciones, convocó ayer en Brasilia a gobernadores y senadores de su coalición para montar la estrategia electoral.
"Estoy absolutamente seguro de que los gobernadores, senadores y diputados electos participarán activamente de la campaña de nuestra candidata para la segunda vuelta. Su apoyo va a ser fundamental", dijo el ministro de Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha.
En tanto, Serra dijo que su partido tiene una "gran proximidad" con los ecologistas, y dijo que, de resultar elegido, los temas ambientales no serán tratados como "un apéndice" y tendrán prioridad, en un claro intento de acercamiento a la ex candidata ambientalista. En el Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB) de Serra se especulaba también ayer con sumar el apoyo del ex gobernador de Minas Gerais, Aecio Neves.
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