Pasó el impacto inicial y la pausa obligada por el duelo. Pero la oposición aún sigue inmersa en el desconcierto político y electoral que le generó la muerte de Néstor Kirchner. Mientras buscan reacomodar esa identidad perdida –la de contracara del kirchnerismo o contrapeso de poder– los principales precandidatos presidenciales retomaron esta semana su agenda política e institucional, con algunos cambios. Algunos más que otros.
Ricardo Alfonsín –a quien muchos analistas ven por su estilo conciliador como el menos perjudicado en el nuevo escenario– fue el primero en retomar su actividad proselitista. Y el único que mantendrá su plan intacto. Solo evalúa postergar unos días el acto de lanzamiento de su candidatura presidencial, prevista para el 26 de noviembre en la Avenida de Mayo y Florida. En su entorno consideran que no sería prudente hacer esa jugada política a horas de cumplirse un mes de la muerte del ex Presidente. La mesa chica de Morena, la línea que trabaja para que el diputado llegue a Balcarce 50, se reunirá hoy para evaluar la posibilidad de pasarlo a diciembre.
También están buscando una nueva fecha –aunque por falta de espacio en la agenda– para la presentación de los equipos técnicos que iba a realizarse el jueves pasado, tal como adelantó El Cronista. El resto de sus compromisos siguen en pie. Ayer viajó a General Villegas junto con el titular del comité provincia, Migue Bazze, y el diputado del campo Ulises Forte, para participar de un encuentro con la Federación Agraria.
También tiene previsto viajar a París, el 15 y 16 de noviembre, para participar de la reunión del Consejo de la Internacional Socialista, la organización mundial de partidos socialdemócratas, socialistas y laboristas, de la que es miembro la UCR.
Distinta es la estrategia de su rival interno, Julio Cobos. Es que el vicepresidente no salió bien parado con la nueva etapa política. Fue excluido de las exequias del patagónico y blanco de la ira kirchnerista durante los días que duró la despedida. También se reforzaron los pedidos y las operaciones K para que renuncie a su cargo. En su entorno niegan esa dimisión de quajo. “Nunca se analizó la posibilidad. Cambió el escenario político pero no el institucional”, aseguró a El Cronista un hombre de su absoluta confianza.
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