En una edición actualizada de su best seller Enfermos de poder (Vergara), Nelson Castro narra todos los detalles de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner y revela cuáles pueden haber sido las causas de ese sorpresivo final. El libro cuenta la acción destructiva que el poder provocó en la salud de diversos hombres públicos, del país y del exterior, como, entre otros, Perón, Yrigoyen, Menem, Kennedy y Hitler.
En el libro El corazón enfermo, del destacado cardiólogo argentino Carlos Tajer, se cita un trabajo de David Gidron y colaboradores en el que se establecen las relaciones causa-efecto entre las emociones y los factores proinfartantes, que son la inflamación coronaria, la protrombosis (aumento de la probabilidad de formar coágulos) y el espasmo. En las conclusiones de ese estudio se señala que, por ejemplo, la hostilidad, el estrés agudo y la depresión aumentan la inflamación coronaria, lo que hace a la placa aterosclerótica más propensa a romperse; a su vez, la hostilidad y la ira producen liberación de sustancias inflamatorias y de adrenalina. En las coronarias sanas la adrenalina produce dilatación; en cambio, en las afectadas por la enfermedad aterotrombótica, ocasiona constricción, lo que dificulta la oxigenación del músculo cardíaco, exponiéndolo a la posibilidad de padecer un proceso isquémico. Finalmente, tanto la hostilidad como la depresión generan aumento de la agregación plaquetaria, lo que termina favoreciendo la formación de coágulos (trombos).
El miércoles 20 de octubre, una muerte sacudió al ambiente político. Fue el asesinato de Mariano Ferreyra, un militante del Partido Obrero (PO), ocurrido durante una protesta de un grupo de trabajadores del Ferrocarril Roca que habían sido despedidos de una de las empresas subcontratadas para hacer la limpieza de los trenes. Esta compañía pertenece a una unión de empresas de la que participaba la Unión Ferroviaria, el gremio que encabeza el poderoso dirigente sindical José Pedraza.
Ferreyra formaba parte del grupo de los que reclamaban por su reincorporación como integrantes de la Unión Ferroviaria, lo que les garantizaba mejores salarios y condiciones laborales. La protesta fue repelida por una patota que respondía a la Unión Ferroviaria que, además, persiguió a los manifestantes del PO hasta un verdadero callejón sin salida, en los confines del barrio de Barracas. Fue allí cuando uno de los agresores sacó un revólver calibre 38 y le disparó a Ferreyra en forma certera. La muerte del militante caído se produjo en cuestión de minutos.
El revuelo político que trajo aparejado este hecho fue inmediato. Consciente de ello, el Gobierno se apresuró a “tirarle el muerto” a Eduardo Duhalde, uno de los archienemigos de los Kirchner.
En eso estaban cuando un hecho generó un giro de 180 grados en el armado de esta maniobra política: fue la aparición de la foto de Cristian Favale –el principal sospechoso de haber descerrajado el disparo que mató a Mariano Ferreyra– al lado del ministro de Economía, Amado Boudou, en una de las habituales reuniones en su peña política llamada “La Epoka”.
El golpe que esto le produjo a Néstor Kirchner fue brutal. “Está que camina por las paredes con la muerte de este muchacho”, confesó por esas horas un senador del Frente para la Victoria con un alto cargo en la Cámara alta. “La muerte de este pibe lo mató a mi viejo. Son todos unos hijos de puta”, le dijo el hijo de los Kirchner, Máximo, al periodista Horacio Verbitsky, durante las exequias del ex presidente.
Ante el cariz que tomaron los acontecimientos, Kirchner se puso, en persona, al frente de la investigación. Para ellos fue fundamental el aporte de un testigo de identidad reservada que, con lujo de detalles, le contó a un intendente del Conurbano bonaerense afín al Gobierno la secuencia de hechos que terminaron con la vida de Ferreyra. Puesto en conocimiento de esto, Kirchner le pidió al intendente en cuestión que acompañara al testigo a declarar ante el ministro de Justicia, Julio Alak.
El testigo se presentó ante las autoridades con el rostro cubierto y de allí fue conducido ante la jueza Wilma López, ante quien ratificó sus dichos por los que incriminó a Christian Favale como autor material del trágico asesinato. Fue por todo esto que Kirchner hizo saber que la causa tendría novedades a la brevedad. Esto sucedió durante el acto desarrollado en la ciudad de Chivilcoy, el 22 de octubre, en lo que sería su última aparición pública.
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