El líder más influyente del 2010, como lo declara 'Time', se va el sábado con 87% de popularidad.
Un multitudinario acto en el Sambódromo y un recorrido por la reconquistada favela do Alemao, para su despedida, dos lugares reservados generalmente para las estrellas: Mick Jagger se lució en la pista das scolas do samba de la cidade maravilhosa. A una favela que sólo algún presidente de visita podía ingresar, como lo hizo Bill Clinton a la Mangueira, en 1997.
Luiz Inácio Lula da Silva tal vez sintetice lo de Jagger y lo de Clinton en una sola persona: el aura de una estrella de rock y el genio político, que lo llevó este año a la portada de la revista Time como el líder más influyente del año 2010.
Y el genio político que dio Brasil, el que lideró el ascenso del país a su condición de potencia, está en tren de decir adiós.
Se despidió ya de sus pares regionales en las recientes cumbres, lo había hecho de los líderes del G-20 en Seúl, semanas atrás y el pasado martes, se dio el lujo de decir "hasta luego", en un acto en el Sambódromo y en el morro do Alemao, donde se jactó -como si en su humanidad hubiese sido poseída por el genial showman que era Muhammad Alí- e inquirió a la multitud: "¿Qué Presidente se animaba (antes) a ingresar a la Rocinha?"
La respuesta llegaba en coro: "O Lula", sin olvidar que el gobernador Sergio Cabral lo paseaba por las calles levantando el brazo de Presidente, a la manera del campeón mundial.
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