lunes, marzo 07, 2011

Los contraataques de Gadafi desmontan la ofensiva rebelde en Libia


Las tropas leales a Muamar el Gadafi han lanzado una serie de contraataques contra las ciudades controladas por los rebeldes al oeste y al este de Libia, una estrategia que incrementa el temor a que Liba acabe sumida en una guerra civil larga y de consecuencias imprevisibles. Nada en el país magrebí apunta en estos momentos a que el levantamiento contra el régimen de Gadafi acabe con una dictadura de cuatro décadas. Los mercenarios de Gadafi están cada vez más fuertes y los insurgentes, pese a su estado permanente de ebullición, parecen languidecer ante el embate de las tropas del dictador, mejor preparadas y con más armamento. Aunque la revuelta libia tiene su origen en las revoluciones democráticas de Túnez y Egipto, el panorama sobre el terreno se aleja cada vez más de lo que ocurrió en esos países vecinos y se asemeja a la violencia del Irak post Sadam.

Las fuerzas del dictador continúan este lunes con su asedio sobre Zauiya, la ciudad estratégica situada a 50 kilómetros al oeste de Trípoli. Esta plaza está controlada por los rebeldes, pero la escasez de agua y alimentos ya es acuciante, y a ella se ha unido en las últimas horas la falta de armamento. Ante esta situación, los esbirros de Gadafi han incrementado el castigo sobre el enclave, crucial para avanzar hacia una hipotética conquista de la capital libia, un objetivo cada vez más lejano para los líderes rebeldes si no cuentan con ayuda militar extranjera.

Miedo en Bengasi

La situación para los sublevados al oeste, la zona del país donde primero y con más fuerza cuajó la insurrección, tampoco es boyante. En Misrata, situada a 200 kilómetros al este de Trípoli, el mando rebelde mantiene a duras penas su control, pero el castigo de las brigadas que dirige Jamis Gadafi, hijo del sátrapa, han dejado mella. Los residentes en esa ciudad viven con angustia la ofensiva de Gadafi, que al igual que en Zauiya, ha empleado artillería, cohetes y fuego de mortero. Más al oeste, en la ciudad petrolífera de Ras Lanuf, los habitantes también tienen miedo porque consideran que el Ejército libio no ha dicho aún su última palabra y volverá a atacar para recuperar el poder, todavía en manos rebeldes. Muchas personas están abandonando en coche esta ciudad con sus pertenenncias y los rebeldes han movido su arsenal de armas a un punto indeterminado del desierto por miedo al ataque, informa Reuters.


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