La falta de imágenes oficiales del cadáver de Ben Laden acrecentó viejas historias de conspiraciones. Casi inmediatamente después de que Estados Unidos dijo que había matado al líder de Al-Qaeda, Osama ben Laden, en Paquistán, empezaron a circular las teorías conspirativas.
Incluso algunos familiares de las víctimas de los ataques del 11 de septiembre de 2001 dicen que su muerte, anunciada por el presidente Barack Obama en un discurso pronunciado desde la Casa Blanca el domingo por la noche, plantea muchas preguntas.
El gobierno de Estados Unidos dijo que Ben Laden había recibido un tiro en la cabeza cuando los comandos de elite irrumpieron en su complejo en la madrugada del lunes paquistaní, después de una década en la que el hombre más buscado del planeta había logrado eludir la captura. Pero su rápida sepultura en el mar, envuelto en una bolsa con pesas, y la reticencia de las autoridades a publicar fotos de su cadáver han alimentado a los teóricos de la conspiración.
Una de las afirmaciones más calurosamente defendidas es que Ben Laden era en realidad un títere de la CIA que estaba muerto desde hacía años, una figura fantástica usada para justificar la guerra de Estados Unidos en Afganistán.
Esa posición es compartida por la activista antibélica norteamericana Cindy Sheehan y muchos otros que albergan dudas, desde Indiana hasta Kabul. Sheehan, que en 2005 estableció un campamento antibélico en el rancho de Texas del presidente George W. Bush, rebate los datos difundidos por el gobierno, preguntando cómo es posible que Estados Unidos haya podido conseguir resultados tan rápidos de ADN, por qué el funeral fue tan apresurado y por qué no se ha difundido ningún video.
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