Gobierno y oposición se mostraron ayer inequívocamente unidos en la batalla contra la revuelta que ha vivido Inglaterra y parecen percibir ya los aromas de la victoria. El primer ministro, el conservador David Cameron, y el líder de la oposición laborista, Ed Miliband, han montado un frente común contra los saqueadores que han puesto patas arriba docenas de calles mayores de Londres y otras ciudades de Inglaterra. Ayer, en los Comunes, sonaron las cornetas del contraataque, de la respuesta del Estado, del "fight back", en palabras del primer ministro. Una expresión abierta a numerosas traducciones, entre las que no se excluye la de "tomar represalias".
La clase política y la policía, en la picota durante los primeros días de caos y miedo, han pasado al ataque. Los políticos, anunciando mano dura en el Parlamento. "A la minoría de los sin ley, a los criminales que se han quedado con todo lo que han podido, hoy les digo: Os vamos a buscar, os vamos a encontrar, os vamos a acusar ante los tribunales, os vamos a castigar. Vais a pagar por todo lo que habéis hecho", proclamó Cameron.
La policía ha redoblado la búsqueda de saqueadores analizando y divulgando las imágenes de miles de cámaras de seguridad y pidiendo la colaboración del público para identificar a los vándalos. Una madre ha denunciado a su propia hija al reconocerla mientras golpeaba un coche de la policía con un ladrillo durante los disturbios en el barrio de Enfield en la noche del domingo. Se trata de una joven de 18 años que había sido nombrada "embajadora olímpica" de Londres 2012.
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