martes, agosto 30, 2011

El conflicto libio "Me pagué el fusil con mi dinero"


Ahmed, Abdelrauf, Adnan y Bashir desconocen el miedo. O, quizás, lo conocen a fondo. Han vivido sometidos a un régimen opresor como pocos. Ninguno quiere ser soldado del nuevo Ejército. Nunca habían tocado un arma. Ahmed es contable en un banco. Abdelrauf conduce camiones. Adnan hace helados. Y Bashir no tiene trabajo. Ellos -tripolitanos, de las montañas de Nafusa o de la masacrada Misrata- tomaron la capital y expulsaron a las tropas de Muamar el Gadafi de su fortín de Bab el Azizia y de todo Trípoli. Destilan odio y desprecio hacia el dictador. Y llegado el día, decidieron que no tenían nada que perder. "Ganaremos o moriremos", es un lema escrito en las paredes de Bengasi y de Trípoli. Lo siguieron al pie de la letra. Y han vencido. Aunque, apunta serpenteando una mano el empleado de banca: "No seré totalmente libre hasta que cacemos a esa rata".

Las camionetas con las letras pintarrajeadas de Misrata abundan en Trípoli desde hace una semana. Son los milicianos de esa ciudad quienes encabezaron el ataque contra el baluarte gadafista en Trípoli. "Fuimos los que empezamos a luchar a las ocho de la mañana del 22 de agosto en Bab el Azizia. A las tres llegó la gente de Zintán, Nalut, Yadu y Kikla, desde las montañas de Nafusa. Pero el primero en morir fue un chico de Tajura, un barrio de Trípoli, porque él nos enseñó el camino hacia Bab el Azizia. Después murieron 17 compañeros de Misrata. Había francotiradores en el tejado de la mezquita y en todos los edificios. Al día siguiente lo teníamos todo bajo control", relata Adnan Abeidi, heladero pero obseso de la informática, de 25 años, que marchó el miércoles a ver a su familia a Misrata para regresar el jueves. Luce camiseta verde y roja, dos de los colores -falta el negro- de la bandera monárquica, la que precedió a la verde impuesta por el coronel, que ahora ondea en toda Libia.

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