La UE se juega hoy en Bruselas el futuro de su moneda y con ella la salud económica del sistema financiero mundial. También se juega algo mucho más importante, proteger un proyecto político y económico, ahora mismo a merced de los mercados, que durante décadas ha dado paz, prosperidad y libertades a cientos de millones de europeos.
El mundo entero mira a Europa. Representantes de los gobiernos intentaban anoche acercarse a un acuerdo que debe ser global y ambicioso para ser efectivo, calmar a los mercados y apagar el fuego antes de que Italia y los principales bancos europeos se vayan por el sumidero que ya se tragó a Grecia, Irlanda y Portugal.
La Eurozona debe tomar tres grandes decisiones y todas a la vez . Decidir el porcentaje exacto de la ya acordada quita de la deuda griega -entre el 50% y el 60%- y si la quita se hará forzando a los bancos si fuera necesario, porque la banca ya ha anunciado que sólo aceptará “voluntariamente” una merma del 40%.
Y como esa quita rompe un tabú, el que decía que los bonos de los países europeos eran seguros, los bancos quieren además la promesa de que será la última .
Para que la banca resista la quita, también deben aprobar -este parecía anoche el capítulo más avanzado- una recapitalización bancaria de 100.000 millones de euros . Los bancos intentarán conseguir capitales en los mercados.
Los que no puedan serán ayudados con dinero público .El asunto más difícil es el rearme del fondo de rescates (FESF). Actualmente tiene 440.000 millones de euros, insuficiente para estabilizar una deuda como la italiana, que roza los 2 billones de euros. Ayer las negociaciones se encaminaban a un aumento de hasta 1 billón o incluso a un acuerdo sin cifrar .
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