Los demócratas se reúnen desde este lunes en Charlotte para volver a designar a Barack Obama como su candidato en la carrera por la Casa Blanca. Al presidente le aguardan ahora desafíos que no tuvo que afrontar hace cuatro años. Estas son las cinco claves de la convención demócrata que ahora comienza.
1. Combatir el desencanto
Barack Obama sigue siendo el orador que asombró al mundo en 2008. Pero esta vez no le basta con ofrecer una promesa genérica de cambio o hacer campaña sobre su formidable historia personal. Deberá defender una gestión cuyo gran logro es una reforma sanitaria que aún hoy es impopular en muchos estados y cuyo gran fracaso es la recuperación económica más anémica desde la Gran Depresión.
Unos 13 millones de estadounidenses están en paro: dos millones más que el día en el que el presidente tomó posesión. Aún mayor es el número de personas subempleadas. Jóvenes incapaces de encontrar trabajo en la profesión para la que han estudiado o personas con un contrato a tiempo parcial. Obama no es el único culpable de los problemas económicos de Estados Unidos. Llegó a la Casa Blanca justo después del desplome de Wall Street y desde noviembre de 2010 le ha tocado lidiar con un Congreso bloqueado por la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. Pero son excusas que no debe enarbolar el presidente, cuyo desafío es explicar a quienes le votaron hace cuatro años por qué le deben votar otra vez.
2. La parálisis institucional
Obama se presentó hace cuatro años como el hombre llamado a terminar con la crispación política de los años de George W. Bush. Pero su elección no logró detener el avance hacia los extremos de los dos grandes partidos, cada vez más homogéneos y más difíciles de reconciliar. Parte de la polarización cabe atribuirla a la influencia de la rebelión del Tea Party, que despertó la conciencia de los republicanos más conservadores, enfadados por la tibieza de la dirección de su partido y por el rescate financiero de Wall Street.
Pero muchos aseguran que el presidente pudo hacer más por tender puentes con los republicanos y critican una actitud distante en las antípodas de la jovialidad contagiosa de Bill Clinton. Si Obama es reelegido en noviembre, es muy probable que le toque volver a gobernar con un Congreso donde al menos una cámara si no las dos estarán en manos de los republicanos. Un extremo que podría conducir a una parálisis legislativa similar a la que se ha instalado en Washington en los últimos dos años. El presidente debe explicar en Charlotte cómo tiene pensado convencer a sus adversarios de que es mejor pactar.
3. El voto del miedo
Hace cuatro años los ciudadanos se enamoraron de la historia personal de Obama y prefirieron sus incógnitas a la experiencia de candidatos como Hillary Clinton o John McCain. Pero esta vez el presidente ya no puede presentarse como el garante del cambio ni como el primer aspirante afroamericano a la Casa Blanca. Por esoha empezado a lanzar el mensaje del voto del miedo recordando las propuestas de los republicanos y sus consecuencias para las mujeres , los hispanos o los jubilados menos pudientes. El mensaje es inequívoco: un triunfo de Romney endurecería los controles migratorios, recortaría los derechos de las mujeres y abriría la puerta a la privatización progresiva de la Sanidad. Obama dijo este domingo que los republicanos querían devolver el país a los tiempos de "la televisión en blanco y negro". Un mensaje que muchos demócratas se disponen a repetir en Charlotte y que cumple una doble función para el presidente: le ayuda a movilizar a sectores decisivos y desvía el foco de la situación económica, cuyos efectos son el problema que más preocupa a la opinión pública.
4. La sombra de los Clinton
Michelle Obama hablará durante la primera jornada de la convención. Pero al día siguiente la estrella será Bill Clinton, que se dirigirá a los delegados para respaldar al hombre que apartó a su esposa de la Casa Blanca. Hace tiempo que Obama y Clinton enterraron el hacha de guerra. Pero el entorno del presidente no termina de fiarse de las palabras de su predecesor, que hace unos meses publicó un libro exponiendo sus recetas para crear empleo y ensalzó la "excelente carrera de negocios" de Mitt Romney cuando los demócratas intentaban presentar al aspirante republicano como un capitalista sin escrúpulos.
Muchos en Charlotte temen un posible patinazo de Clinton o un discurso demasiado bueno que deje en evidencia las carencias del presidente actual. Otro posible problema es la ausencia de Hillary Clinton, que ha seguido la norma tácita que prescribe a los secretarios de Estado en ejercicio mantenerse al margen de su convención. Su hueco dejará un vacío imposible de llenar. Es mucho más popular que el presidente y todos aquí hablan sobre su posible candidatura en 2016.
5. El odioso símil de 2008
El peor enemigo del presidente no es Mitt Romney sino el fantasma de su campaña de 2008. Entonces logró que millones de negros le votaran y que miles de jóvenes recobraran el interés por la política. Ahora su entorno intenta movilizar sin éxito a los primeros y observa con preocupación que entre los segundos se ha extendido el virus de la decepción.
Al igual que hace cuatro años, Obama no pronunciará su discurso en el recinto donde se celebra la convención sino en un estadio adyacente al aire libre con un aforo que supera las 70.000 personas. Hace cuatro años era sencillo para el presidente llenar cualquier auditorio. Pero ahora los demócratas no lo tienen tan claro y cruzan los dedos para que no haya calvas en las gradas del estadio cuando el presidente se dirija a los delegados.
Algunos han desvelado que la campaña está regalando entradas para el evento sin comprobar el perfil de los asistentes. Un detalle que incrementa las posibilidades de que se cuelen personas dispuestas a reventar el acto. No es el único síntoma de que Obama atrae menos interés que hace cuatro años. Así lo confirma surecaudación, que empezó a perder gas a principios de junio y se encuentra muy por detrás de la de los republicanos. Hace cuatro años Obama dobló en fondos a John McCain. ¿Podrá ganar ahora con menos dinero y menos entusiasmo entre sus incondicionales? Charlotte será un indicador.
Fuente. DIARIO EL MUNDO DE ESPAÑA
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