jueves, octubre 25, 2012

Las razones por las que Merkel se opone a la unión bancaria


¿Por qué no quiere Angela que el BCE inspeccione los bancos alemanes? Son varios los motivos, pero entre ellos destacan las elecciones que celebrá en octubre del próximo año y las dudas sobre una parte muy importante del sistema financiero germano. La canciller prefiere que siga siendo el Bundesbank el único que supervise las entidades del país.
Angela Merkel tras la reunión de líderes de la UE en Bruselas
Desde hacía varias semanas ya circulaban informaciones en las que se ponían de relieve las dudas de Angela Merkel. La canciller alemana cree que es necesario más tiempo para el desarrollo de este ambicioso proyecto del que todavía no se sabe nada, tan solo que se adoptará un marco legal antes del 1 de enero. Su entrada en vigor se aplaza así hasta bien entrado 2013, algo que incluso es visto por la dirigente germana como una fecha muy ambiciosa.
La razón aportada por Merkel para justificar sus recelos es que un proyecto de tal envergadura no puede surgir de la noche a la mañana. Según sus propias declaraciones a los medios, primero es fundamental contar con una base legal sólida, después hay que desarrollar la capacidad operativa del supervisor y solo cuando esté en funcionamiento se podrá efectuar la recapitalización directa de la banca. Junto a todo esto, la canciller señala que habrá que negociar con el Parlamento Europeo, la Comisión y los países miembros. Es decir, todo esto retrasará aún más la creación del supervisor.
Pero una cosa es lo que se diga de cara a la opinión pública y otra muy distinta las razones ocultas de las constantes negativas de Alemania. Desde el estallido de la crisis de deuda, la locomotora de Europa no ha hecho más que prolongar la agonía de los países. Sus negativas iniciales poco a poco se han ido tornando en concesiones que podrían haberse adoptado antes y habrían ahorrado a muchos estados el debilitamiento al que se vieron sometidos. Sin embargo, el visto bueno de Alemania no ha sido gratuito, sino que llevaba implícito una serie de medidas de austeridad. Es decir, ajustes y más recortes.
En el trasfondo de las reticencias de la semana pasada se halla la negativa de que el BCE ejerza control sobre todos los bancos de la región. El objetivo de esta unión es que los cerca de 6.000 bancos que existen en la eurozona pasen a estar bajo el control del regulador europeo. Alemania, defensora a ultranza de la independencia del BCE, se muestra a favor de que su gran banca sea supervisada por el organismo con sede en Fráncfort, pero no así las entidades medianas y pequeñas.
En lo últimos meses, coincidiendo con la fuga de capitales de los países periféricos hacia el centro de Europa, mucho se ha hablado de la solidez de la banca alemana. Los grandes inversores, temerosos de la salud del sistema bancario español que se ha visto abocado a pedir el rescate, empezaron a plantearse la posibilidad de llevar su dinero fuera y entre los principales candidatos figuraban Deutsche Bank o Commerzbank. Nadie pone en duda la fiabilidad de estas entidades, pero no ocurre lo mismo con las pequeñas y medianas. Desde Link se apunta a la posibilidad de que entidades de este calibre podrían contener sorpresas desagradables que Alemania intenta mantener al margen. Por esto, la canciller sí se muestra a favor de la supervisión de la gran banca pero pide que las entidades de menor tamaño continúen bajo la órbita del Bundesbank. Un dato que podría poner en evidencia esto es el hecho de que Alemania no presentó a los test de estrés a los bancos regionales, cuya solidez empieza a ponerse en entredicho, según recoge Link Securities en el informe del 15 de octubre.
Otros apuntan a la proximidad de las elecciones. En septiembre de 2013 Merkel se enfrenta a su tercera reelección y busca contentar a su electorado. La puesta en marcha del supervisor y la recapitalización directa una vez que entre en funcionamiento el fondo de rescate permanente (MEDE) supondría a la dirigente la comparecencia ante los diputados para explicar las nuevas concesiones. Después de los rescates a Grecia, Irlanda, Portugal y ahora la ayuda a la banca española, sus votantes podrían interpretarlo como una nueva concesión así como una pérdida de soberanía.
Con la intención de guardarse las espaldas, Alemania mira una vez más por sus intereses y deja de lado al resto miembros del euro. La oposición a acelerar el proceso así como su negativa a recapitalización retroactiva supone para España que el dinero que se conceda al saneamiento de los balances de las entidades siga computando como deuda pública y ello hace imposible el cumplimiento de los objetivos de déficit. Una vez más, los contribuyentes se ven abocados a pagar las responsabilidades de los dirigentes. Desde Banif señalan que los escasos acuerdos surgidos del pasado Consejo Europeo suponen un paso atrás "en el muro de contención que se empezó a construir en las reuniones institucionales de finales de julio". Asimismo, afirman que sin apoyo de las instituciones de la eurozona "la relajación de las tensiones que están soportando algunas áreas de mercado podría adolecer de la profundidad necesaria para fijar un entorno más constructivo en los próximos meses". Es decir, es necesario seguir avanzando para que las caídas de la prima de riesgo de países como España e Italia se consoliden y la relajación de los tipos permitan a ambos estados acceder al mercado para financiarse sin problema alguno.


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