miércoles, noviembre 21, 2012

Los gremios opositores pararon gran parte del país y la Presidenta denunció "un apriete"


Con cientos de piquetes en los accesos a la Capital y en el interior que reforzaron los efectos de la protesta , las centrales sindicales enfrentadas al Gobierno llevaron adelante ayer el primer paro general desde que el kirchnerismo llegó al poder, en mayo de 2003, en reclamo de mejoras salariales y del desembolso de fondos para las obras sociales de los gremios.
Gran acatamiento al paro convocado por Moyano y Micheli, vistas de la avenida 9 de Julio.  Foto: LA NACION / Guadalupe Aizaga
La medida, calificada por la Presidenta como un "apriete" y una "amenaza", se sintió fuerte en la ciudad de Buenos Aires, donde el ritmo en las calles, en especial las del centro, se asemejó al de un día feriado. A los cortes en los accesos se sumó el paro de casi todas las líneas de trenes, como consecuencia de la huelga del gremio de los señaleros, lo que impidió el ingreso de gente en la Capital. En las provincias, en cambio, el acatamiento fue desparejo, con mayor adhesión en las provincias de Santa Fe y de Córdoba, y con menor acatamiento en otros distritos.
La CGT de Hugo Moyano y la CTA de Pablo Micheli, líderes de la convocatoria, calificaron la protesta como un "éxito" y sostuvieron que el acatamiento había sido superior al 80 por ciento. "Hoy es un día de fiesta. Nos sentimos satisfechos. Tuvimos una adhesión mayor a la que nos imaginábamos", dijo Moyano, en una conferencia de prensa en la sede de la CGT Azopardo, y prometió profundizar las medidas de fuerza en caso de que el Gobierno no dé respuestas a los reclamos.
La réplica la dio Cristina Kirchner, que corrigió a su jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, que había sostenido que no se podía hablar de huelga ni de paro sino de "un gran piquetazo nacional". En la ciudad bonaerense de San Pedro, donde encabezó un acto por el Día de la Soberanía Nacional, la Presidenta instó a los jefes sindicales opositores a que se preocuparan más por defender las fuentes de trabajo y sostuvo: "Hoy no fue una huelga ni un paro, ni siquiera un piquete. [...] No hablemos de piquete, hablemos de apriete y amenaza".
Video: Moyano: "Yo no me voy en ningún baúl de ningún coche" (TN)
Unas horas antes, el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, había calificado la medida de fuerza como "el paro de la prepotencia y del autoritarismo", y había estimado que había "mostrado su peor cara" por los "cortes en accesos" a la Capital y por las "amenazas a comerciantes".
El ministro se refería a los destrozos que sufrieron unos diez bares y restaurantes ubicados sobre la Avenida de Mayo, cuyos dueños fueron presionados por desconocidos para que cerraran los locales. El secretario de Seguridad, Sergio Berni, acusó por esos hechos al sindicato gastronómico, de Luis Barrionuevo, líder de la CGT Azul y Blanca, otro de los organizadores de la huelga. Al cierre de esta edición no había detenidos. Moyano se valió de ese dato para afirmar que los incidentes habían sido protagonizados por "services" de la Casa Rosada.
Corte en el puente Pueyrredón.  Foto: LA NACION / Ezequiel Muñoz
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Pese a las duras críticas contra la modalidad de la protesta, el Gobierno no intentó disolver los piquetes, unos 300 en todo el país, según los organizadores. Los cortes más numerosos se produjeron en el Puente Pueyrredón, en la autopista Buenos Aires-La Plata, en la Panamericana (a la altura de Pacheco), en el Acceso Oeste (Gaona y Vergara, y General Rodríguez), y en Constituyentes y General Paz. Con gran protagonismo de los partidos de izquierda que se sumaron a la medida de fuerza, los cortes se levantaron antes del mediodía, cuando ya estaba asegurada la fuerte merma en el ingreso de personas en la Capital.
Además de la CGT de Moyano, la CGT Azul y Blanca, de Barrionuevo, y la CTA de Micheli, la protesta fue impulsada por la Federación Agraria Argentina, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), Barrios de Pie, el Partido Obrero (PO), el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), entre otras agrupaciones.
Aunque no formaron parte de la convocatoria, los principales partidos de la oposición también manifestaron su respaldo a la lista de reclamos, que incluía la eliminación del Impuesto a las Ganancias para los salarios, la universalización de las asignaciones familiares y la devolución de fondos a las obras sociales sindicales, que retiene el Estado.Las fuerzas de centroderecha (Pro, el peronismo disidente y un sector del radicalismo) cuestionaron, sin embargo, la modalidad de los piquetes .
Para el éxito de la medida también resultó decisivo el paro de los señaleros, que afectó casi todos los ramales ferroviarios. Se paralizó el funcionamiento de las líneas Sarmiento (la única en la que se había anunciada la adhesión a la huelga), Roca, Mitre, Urquiza, Belgrano Sur y San Martín. Para el acatamiento al paro en algunas de esas líneas, con gremios afines al Gobierno, también influyó la presión de los propios trabajadores. Entre los colectiveros, sólo adhirieron los trabajadores de la línea 60. Una situación similar se dio en el subterráneo, donde sólo se sumaron a la medida los empleados de la línea B.
El paro tuvo un alto acatamiento entre los sindicatos aeronáuticos. Por la adhesión de pilotos, técnicos y personal jerárquico, no hubo vuelos en Aeroparque y se registraron demoras en Ezeiza. Una adhesión total tuvo la huelga en el gremio de camioneros, lo que paralizó la recolección de residuos y el abastecimiento de supermercados. Tampoco hubo bancos, por el acatamiento del gremio del sector.
La protesta también se hizo sentir entre los estatales: no hubo atención en los hospitales nacionales ni actividad en 700 municipios del interior. En las escuelas públicas de la provincia de Buenos Aires, la adhesión fue cercana al 90 por ciento, según el sindicato del sector, mientras que en la Capital sólo se plegaron algunos gremios.
En contra de lo anunciado en los días previos por la CTA opositora, el paro no estuvo acompañado por una movilización hacia la Plaza de Mayo. Los organizadores prefirieron reunirse en la sede de la CGT Azopardo para dar una conferencia de prensa.
Allí, Miceli justificó los piquetes, con el argumento de que son una manera de amparar a los trabajadores en negro que, pese a estar de acuerdo con la huelga, no están en condiciones de adherir a la medida..

CLAVES DEL PRIMER PARO GENERAL CONTRA EL KIRCHNERISMO

  • Fuerte impacto 
    Moyano y sus nuevos aliados se jugaban una carta difícil. Lograron un acatamiento alto y pusieron en aprietos al Gobierno
  • Los piquetes 
    La decisión de bloquear los accesos a la Capital magnificó el paro. La ciudad estuvo vacía y en muchas actividades decidieron no trabajar en previsión de las complicaciones
  • Sin movilización 
    Moyano logró convencer a todos sus aliados de no hacer marchas. No quiso medir fuerzas con el 8-N
  • El transporte 
    Se paralizaron los ferrocarriles urbanos y la línea B del subte, algo inesperado. Hubo colectivos, pero las líneas que partían del conurbano tuvieron grandes problemas para circular
  • Reacción del Gobierno 
    Desde temprano, descalificó el paro. Dijo que era sólo un "piquetazo" y que la gente quería trabajar y no pudo. La Presidenta luego lo calificó de "apriete"
  • Hechos de violencia 
    Hubo desmanes en bares de la Avenida de Mayo, atribuidos al gremio de Barrionuevo. Se registraron denuncias de presiones de camioneros en el conurbano. No hubo detenidos
  • La CGT oficialista 
    El poder que mostraron los opositores incomodó aún más a los gremios cercanos al Gobierno
Del editor: qué significa. 


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