María F. González identifica si es posible una revolución con inseguridad, corrupción e inflación.
La última declaración de Hugo Chávez ha dejado la sensación de que la era chavista está culminando y de que se inicia un nueva fase con el madurismo. Vale la pena preguntarse si con Nicolás Maduro en el poder es posible pensar que el país transitará, a partir del nuevo sexenio, hacia la cubanización.
¿Maduro en el poder seguirá oxigenando el camino de la nueva izquierda latinoamericana, con nuevos actores económicos, como China, Rusia e Irán, e incursionando fuertemente en el marco de las políticas sociales, gracias al apoyo de Cuba?
Un estudio sobre el discurso político de Hugo Chávez demuestra que la revolución bolivariana se ha construido sobre grandes mitos.
El primer mito se refiere a la cubanización de Venezuela y al establecimiento de un modelo que colapsó en la Europa del siglo XX. Un análisis de sus principales discursos ante el pueblo en Aló, Presidente revela la ausencia de un vocabulario marxista-leninista. Hugo Chávez utiliza un discurso que está muy lejos de dogmatizar al pueblo y de expresarse a través de los conceptos propios del comunismo.
Este estudio demuestra cómo a través de los años, y más particularmente desde el 2005, Hugo Chávez comienza a hablar de Socialismo y Revolución y cada vez más critica al sistema capitalista, que, según el, genera inequidad. Si el lenguaje es revelador, otros elementos corroboran esta tesis. En un sistema comunista, también se establece la presencia de un partido político único autorizado. No es el caso tampoco de Venezuela, donde el Partido Socialista Unificado (PSUV), además de no estar hoy claramente organizado, no tiene el monopolio de la participación política. Como bien se ha demostrado en las recientes elecciones, la Mesa de Unidad Nacional obtuvo una preferencia muy alta, del 45 por ciento.
Para los incrédulos frente al lenguaje, hay datos interesantes. Si Chávez no tiene un discurso sobre los medios de producción en manos del Estado, ¿cuál es la realidad de las expropiaciones en Venezuela?
Las cifras sobre la importancia real de las expropiaciones en la economía son bastante dicientes. La Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) y la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga) aseguran que entre el 2002 y el 2011 las expropiaciones del Estado suman 450 empresas sobre un total de 400.000, que cotizan en el seguro social. Esto demuestra que el proceso de nacionalizaciones desde el 2002 ha sido bastante marginal.
Los sectores más afectados han sido el petrolero y el agroindustrial, seguidos, en menor medida, por el comercio, la construcción, la metalurgia, la química, el transporte, el turismo, las telecomunicaciones y el textil, entre otros.
Vale la pena recordar que durante la asonada petrolera del 2002-2003, las asociaciones patronales tenían el monopolio del sector alimentario.
Es entonces cuando el Gobierno toma la decisión de declarar la autosuficiencia alimentaria como objetivo estratégico. Hoy en día, el Gobierno tiene alrededor del 50 por ciento del control de la producción y de la distribución alimentaria.
En 10 años, Hugo Chávez logró la autosuficiencia alimentaria y no se perfila la eliminación de la propiedad privada ni el total control de los medios de producción. Finalmente, podemos afirmar que las expropiaciones no se han realizado bajo los cánones marxistas. Estas se han realizado a través de negociaciones e indemnizaciones. En caso de desacuerdo, ha seguido vigente la figura del arbitraje internacional.
El segundo mito es relativo al discurso religioso. Se dice que desde que Hugo Chávez está enfermo invoca más la religión. En realidad, desde sus inicios, el discurso de Chávez con el pueblo pasa por la simbología de Dios, la Virgen, San Francisco de Asís, la fe, el sacrificio y los mensajes de los apóstoles. Ante su auditorio, Hugo Chávez recuerda siempre a los pobres, como lo hacía San Pablo.
¿Por qué ha habido tanta distancia y crítica de la iglesia católica hacia Hugo Chávez? Desde su llegada al poder, Chávez ha combatido a la jerarquía eclesiástica tocando su estructura económica. Rompiendo con el Patronato Regio, hoy en día las relaciones entre el Vaticano y el gobierno venezolano se realizan por fuera de esta figura jurídica. Tanto es así que el Vaticano no puede elegir obispos sin el acuerdo del gobierno venezolano. Para completar la confrontación, Chávez esta creando una nueva iglesia, que permite la participación de padres casados o excomulgados. Se podría afirmar que la Venezuela de hoy rompió con la Iglesia y su estructura económica, pero no con Dios.
El tercer mito: ¿discurso popular o populista? Ciertamente, Chávez tiene un discurso contra las élites, con profundos visos nacionalistas; apela al pueblo y está dirigido exclusivamente hacia las clases más desfavorecidas.
A partir del 2003 y el 2004, con el apoyo de Cuba, Venezuela dio un salto en el marco de sus políticas sociales en materia de educación, salud, alimentación y vivienda. Estas generaron grandes cambios en la vida de la población más vulnerable. A través de las Misiones Bolivarianas, Venezuela logró salir del analfabetismo, este país fue declarado por la Unesco como modelo por su programa de alimentos y, más recientemente, se dio a conocer que tiene un índice de desarrollo humano elevado, según el programa de las Naciones Unidas.
¿Hasta dónde esta revolución, que se encuentra en las manos de Cuba, es realmente sostenible y perdurable? ¿Es posible realizar una revolución con los altos índices de inseguridad, de corrupción, de inflación que minan cualquier proceso?
Los próximos años serán decisivos para la revolución. El socialismo del siglo XXI, a través del liderazgo de Chávez o de Maduro, tendrá el reto de consolidar los fundamentos de igualdad manteniendo las estructuras económicas, facilitando la participación de las inversiones privadas frente al sector público y allanando el camino respecto al rol que cumplirán las clases más desfavorecidas alrededor del naciente poder popular. De lo contrario, será una revolución con pies de arcilla.
Fuente. DIARIO EL TIEMPO DE BOGOTÁ
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