Fueron el símbolo de Estados Unidos, de la libertad y el capitalismo, pero sobre todo de la ciudad de Nueva York. No es casualidad que los terroristas islámicos eligieran intencionadamente las poderosas torres del Word Trade Center como objetivo el 11 de septiembre de 2001. Hoy se cumplen 40 años de la inauguración del complejo, construido por un hombre que sufría vértigo.
Pese a que ya no están, las torres siguen de alguna manera presentes despuntando en el cielo neoyorquino: pintadas en los coches de bomberos, en las ventanas de un taxi, en cascos de la construcción o en miles de adhesivos, banderas y camisetas. El World Trade Center nunca abandonó Nueva York, pese a ser destruido hace casi 12 años.
Quien haya ido alguna vez al World Trade Center a través de las calles del sur de Manhattan apenas podrá creer que el complejo fue una vez una especie de ayuda al desarrollo de la zona. Midtown, el barrio en torno al Empire State, Times Square y la Grand Central, había sobrepasado el sur de la isla. Y ya en los años 40 surgió la idea de reanimarlo con una gran construcción junto al East River. Si el plan se desplazaba hacia el oeste, participaría también la vecina Nueva Jersey.
El arquitecto elegido fue Minoru Yamasaki. El estadounidense quería levantar dos torres gemelas de 80 pisos, pero las autoridades portuarias de Nueva York y Nueva Jersey querían más: 110 plantas.
Yamasaki temía tener que "desaprovechar" demasiado espacio para las cajas de los ascensores y al final halló la solución bajo tierra: al igual que había trenes locales y exprés en el metro de Nueva York, también habría algunos ascensores rápidos para subir y para bajar y otros que pararan en cada uno de los pisos. La mayoría de la gente se veía obligada así a cambiar y utilizar varios del total de 95 ascensores de los edificios.
Puede parecer increíble, pero en aquel entonces el edificio más alto del mundo fue construido por un hombre que sufría vértigo y, por eso, dotó a las torres de ventanas pequeñas, obstruidas hacia el interior y de apenas medio metro de ancho. Conforme a su modelo de creador, Le Corbusier, diseñó las torres con sobriedad levantadas sobre una superficie cuadrada de 63 metros de lado. Sin embargo, incluyó elementos góticos en el zócalo.
Al contrario que el Empire State Building, la construcción del World Trade Center fue muy moderna, sin paredes amuralladas ni fuertes pilares. A cambio, en exterior del edificio debía proporcionar la estabilidad suficiente. Al fin y al cabo se levantaba sobre un suelo rocoso y ¿qué mal podría sucederle?
La inauguración, el 4 de abril de 1973, estuvo llena de críticas: la superconstrucción disparó los precios del barrio y además, Nueva York ya tenía suficiente superficie para oficinas. Es cierto que durante años el WTC no estuvo lleno y pese a ello se seguía construyendo. En total, siete grandes edificios formaban parte del complejo, aunque sus representantes sobresalientes eran las dos torres.
La vista desde el restaurante a 400 metros de altura en la Torre Norte y desde la zona habilitada en la Torre Sur cortaba la respiración si no había nubes que bloquearan la visibilidad a los pies de los visitantes. 50.000 personas trabajaban en el edificio que contaba con un código postal propio, a las que se añadían 200.000 turistas cada día.
Y qué no vivió la construcción en su corta vida: especialistas escalaron sus fachadas, un equilibrista paseó por una cuerda entre las dos torres a 400 metros de altura, criminales robaron millones del banco en el piso 11... y finalmente, los terroristas intentaron hacer volar por los aires el símbolo de la libertad y la economía de mercado en dos ocasiones. El primer intento costó la vida a seis personas, el segundo a 2.753.
Casi 3.000 nombres se leen ahora a los lados de las dos piscinas de agua cuadradas en el lugar que una vez ocuparon las torres. En realidad murió más gente, contando los bebés que no nacieron.
Detrás de las piscinas se levanta el 1WTC, el nuevo World Trade Center, aunque los neoyorquinos aún no han establecido una verdadera relación con la enorme obra. Quizá porque el fantasma de la vieja sigue ahí de alguna forma.
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