viernes, abril 05, 2013

¿Kim Jong-Un adónde vas?

Lidiar con los Kim es todo un acertijo. Salvo que ahora han traspasado líneas que –se suponían– marcaban un límite a las amenazas y los caldeados ánimos, que se aplacaban con el envío de millones de barriles de petróleo y alimentos –principalmente arroz–, para abastecer a una población sometida diariamente a la idea de que “viven en guerra” y que tiene graves carencias, las que se hacen evidente con las sequías e inundaciones.
 ¿Kim Jong-Un adónde vas?


El clan de los Kim se ha dado espacios en el férreo control que ejercen en Corea del Norte, para aplicar una dura receta al mundo: chantajear sobre la base de un arsenal nuclear y la capacidad de sus fuerzas armadas de encender las llamas de una guerra, que se podría extender más allá de la península coreana.

El tercero de la dinastía Kim alcanzó el poder ante la repentina muerte de su padre y, de una manera muy veloz, fue elevado –con sus 27 años– a todos los altos cargos de la jerarquía que gobierna en el Partido de los Trabajadores (Secretario General; Presidente de la poderosa Comisión Nacional de Defensa; Comandante Supremo del Ejército Popular; líder supremo de la República), dejando todo en sus manos. Y eso es lo que, precisamente, explica la actual situación que se vive.

Kim Jong-Un hizo su debut desafiante al probar los misiles que están esperando lograr el grado de sofisticación necesaria para alcanzar los objetivos previstos. Muchos expertos tienen dudas razonables sobre la real capacidad de estos objetos, como lo evidenció la reacción internacional inmediata, que siguió a un ritual de aplicación de sanciones en la ONU, donde China se había mostrado renuente a ellas. En enero, una prueba nuclear fue hecha para demostrar que el escenario era diferente, y ya el Consejo de Seguridad de la ONU se quedó sin margen de acción para tolerar este tipo de acciones, y se aprobó una dura resolución –la más contundente– con sanciones al régimen de Pyongyang. Lejos de intimidarse, Jong-Un redobló la apuesta y eliminó los instrumentos jurídicos, como los acuerdos de no agresión mutua, el armisticio de 1953 lo dejó sin validez y la mismísima línea telefónica con el resto del mundo, de modo de que técnicamente se sigue en guerra, ya que jamás mostraron interés por pasar a la segunda fase tras el armisticio, que era encontrar con un acuerdo definitivo de paz.

Así las cosas, la pregunta que salta es: ¿Quieren causar una guerra de impredecibles consecuencias? Si se sigue el guión histórico, se podría estar frente a otra lapidaria amenaza, salvo que en esta oportunidad, el líder no tiene aún cimentado todo el dominio de las fuentes de poder y –quizás– en lo que estemos, es en un proceso interno de decirle a la población y las fuerzas armadas, que la guerra continua, y frente a ello, sólo cabe la unidad en torno al joven líder. Así, afirmarlo con toda la maquinaria de propaganda, refrendando el día a día de una población que realmente cree en el estado de guerra y la invasión que le dicen podrían sufrir, puede generar la sensación de que el único que puede contener esa grave calamidad es Jong-un.

Con esta mirada, Kim Jong-Un puede provocar un gravísimo error de cálculo, pues el tensionar la cuerda podría ser una profecía auto cumplida de guerra. Un accidente –que se disparen en la frontera, que se haga una operación que termine invadiendo territorio– pasa de la provocación –donde estamos– a la acción. Y ese simple incidente que puede llevar a un complejo cuadro bélico.

Cuando la apuesta es tan alta, sólo queda evidenciar la existencia de enemigos –Estados Unidos, Corea del Sur, Japón– y mostrarle a la población que deben estar listos para el inminente ataque de los “enemigos del Corea del Norte”, quienes se preparan a través de ejercicios conjuntos.
Libardo Buitrago (@LibardoBuitrago)
 
Analista Internacional
Director Escuela de Periodismo – Facultad de Comunicaciones
Universidad del Pacífico


Fuente. CHILE B

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