viernes, agosto 23, 2013

Los islamistas miden su capacidad de resistencia en el 'Viernes de los Mártires'

Nueve días después del dramático final de sus acampadas, los islamistas sufren de lleno las embestidas del ejército. Desde el desalojo, al menos un millar de personas ha muerto y cientos de dirigentes han sido encarcelados. Con su élite detenida o escondida, los partidarios del derrocado Mohamed Mursi miden este viernes su capacidad de resistencia en las marchas convocadas por todo el país. El llamado 'Viernes de los Mártires' dispara otra vez el temor a una nueva jornada sangrienta.

Soldados egipcios montan guardia a la entrada de la Plaza Tahrir, en El Cairo. | Reuters
Tocados o hundidos. He ahí la cuestión. El nivel de participación de unas protestas que hasta ahora han sido ahogadas por el intenso placaje de las fuerzas del orden será clave para determinar la fortaleza de los Hermanos Musulmanes y sus aliados, con su capacidad organizativa mermada por las redadas diarias contra sus dirigentes. Ayer, sin ir más lejos, 19 cabecillas de la cofradía en varias provincias del país fueron arrestados en una semana en la que la policía ha cazado además al líder de la agrupación Mohamed Badía y uno de sus referentes espirituales, el predicador Safwat Hegazi.
La Alianza Nacional en Defensa de la Legitimidad, el bloque que reúne a los detractores del golpe de Estado, han pedido a los suyos que tomen masivamente las calles. "En el contexto de las actividades pacíficas de la 'semana de la partida', la Alianza subraya la necesidad de participar en las protestas del viernes de los mártires, que comenzará con marchas masivas tras rezar por las almas de los mártires en todas las mezquitas de Egipto", apunta la coalición en un comunicado. Los barbudos mantienen su posición: el pueblo no se arrodillará ante "las campañas despiadadas y fascistas de detenciones arbitrarias" contra sus gerifaltes.
Pero lo cierto es que el hostigamiento policial, con la carta blanca del estado de emergencia, ha forzado un cambio de estrategia en las huestes de Mursi. "Las protestas pacíficas, siguen pero la consigna ahora es evitar las grandes concentraciones y las marchas. Hemos pedido a la gente que se reúna cerca de sus casas para reducir el número de víctimas y dificultar el trabajo de los francotiradores", reconoció hace unos días a ELMUNDO.es el dirigente islamista Tarek Husein.
Al ruego de multiplicar las pequeñas protestas para dificultar la tarea policial se une la puesta en marcha de una campaña de desobediencia civil. Los islamistas piden a la población que boicotee los productos de empresarios golpistas o de los países del Golfo Pérsico alineados claramente con la asonada urdida por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Abdelfatah al Sisi.

El desafío de los militares

Entretanto, las autoridades interinas mantienen su desafío. Arropadas por una burda propaganda mediática, ni la cúpula castrense ni el gobierno interino parecen inquietarse lo más mínimo por las medidas de presión de los países occidentales. La Unión Europea acordó esta semana suspender la exportación de armamento. Pese a las amenazas, Arabia Saudí ya avanzó que no permitirá la asfixia económica del nuevo régimen y compensará la retirada de ayudas internacionales.
La cita contestataria se celebra tan solo un día después de la excarcelación de Hosni Mubarak, el dictador derrocado tras lasrevueltas de 2011. El ex presidente, liberado tras expirar el plazo de prisión preventiva de todas las causas pendientes, permanecerá en arresto domiciliario en el hospital militar del barrio cairota de Maadi. Para la Hermandad, el movimiento prueba que el golpe de Estado supone un regreso de los leales del autócrata.

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