El nuevo gobierno de Alfredo Palacio trae la calma a Ecuador

Quito amaneció como si nada hubiera pasado, luego del estallido social que tumbó a Lucio Gutiérrez. Apenas unas cuantas barricadas de alambre de púas disgregadas por las calles, y los escombros de las arrasadas oficinas del Ministerio de Bienestar Social, eran el testimonio material de los hechos del miércoles, que sacaron del poder al coronel retirado, a quien el gobierno estudiaba otorgar el salvoconducto para abandonar el país rumbo a Brasil, país que le concedió asilo político. Una tenue e incesante lluvia parecía haber borrado todo rastro de la agitación de miles de ecuatorianos que se despertaron estrenando un Presidente al que no eligieron, Alfredo Palacio, pese a que su aspiración era descabezar de un tajo a toda la clase política: “Que se vayan, que se vayan todos”, fue la consigna de la víspera. La calma llegó y Palacio sigue. En las sensibles horas posteriores a su improvisada posesión, el flamante Presidente se consolidó en el poder, habló de refundar la República, prometió convocar una Asamblea Constituyente y posesionó ministros. Pero no logra sacar de la incertidumbre a un pueblo experto en derribar presidentes a golpes de calle. “Todo está demasiado tranquilo. Hay mayor agitación el día siguiente a cuando la selección de Ecuador juega por la eliminatoria (al Mundial de fútbol) –nos dijo Antonio Villalba, un taxista que el miércoles no pudo trabajar porque su automóvil quedó atrapado en el aeropuerto Mariscal Sucre por la turba que pretendía evitar, a como diera lugar,la salida del país del ahora ex presidente Gutiérrez–. Pero no sabemos qué va a pasar. Palacio se quiere quedar, y lo que el pueblo quiere es elecciones ya”.
Es la mayor preocupación de los ecuatorianos. Palacio anunció Constituyente, pero el grueso de la gente quiere anticipo de elecciones y la destitución del actual Congreso, que tuvo la audacia de cesar a Gutiérrez, pero no genera confianza.