Remontado por un avión ultraliviano, alcanzó cerca de ocho mil metros de altura. Pero no pudo batir su récord, logrado en el Everest. Hará un nuevo intento esta semana. La aventura llevó un año de preparación. Sus alas se desplegaron sobre las nevadas cumbres de la cordillera de los Andes. Los vientos ascendentes que llegan desde el Océano Pacífico lo condujeron hasta el Aconcagua (6.982 metros). A pocos metros de su cima, la más alta de América, emprendió un vuelo apasionante, como los cóndores. El italiano Angelo D'Arrigo (44) logró su hazaña: sobrevoló en aladelta sin motor los empinados picos de los Andes y se convirtió en el primer hombre en volar sobre el Aconcagua, cerca de los ocho mil metros de altura. "Fue magnífico. No había nubes, vi los imponentes glaciares e hice un vuelo más rápido que los anteriores", dice a su llegada.El piloto inglés Richard Meredith condujo un pequeño ultraliviano que lo remontó desde la ruta 7 hasta la cima del Aconcagua. Volaron sobre el campamento base, montado en Puente del Inca, a 20 kilómetros de la frontera con Chile. Alcanzaron una altura superior a los 4 mil metros, y se escabulleron entre las montañas.En la madrugada del sábado, las condiciones de tiempo eran óptimas. Cielo despejado, leves ráfagas de viento y mucha adrenalina acumulada durante todo el año que llevó la preparación de la travesía. Cinco minutos antes de las 8 las naves despegaron seguidos por un equipo de filmación de la National Geographic, que realizó un documental. El deportista siciliano y su equipo, formado por quince personas, tenía previsto entre viernes y sábado intentar la travesía, siempre y cuando estuviera despejado y los vientos fueran leves. El viernes un desperfecto en el avión postergó el intento hasta la madrugada del sábado, último día de 2005. "Fue una noche tranquila, llena de estrellas", dijo D'Arrigo, que viajó con su esposa, Laura Mancuso, y sus dos hijos, Gabriel (13) e Iván (3).Como un ave de gran tamaño, negro y blanco, el aladelta de D'Arrigo —que imita la anatomía del cóndor— alcanzó 120 kilómetros por hora y trepó traccionado por el pequeño avión de Meredith, el mismo que en 2004 lo llevó hasta la cumbre del Everest, en la cordillera del Himalaya.El escuadrón de Gendarmería con base en Punta de Vacas acompañó la misión y fue un aliado estratégico para develarle al equipo europeo los secretos de la cordillera. Su segundo jefe, comandante Rodolfo Pérez, ordenó el corte de la ruta a Chile y coordinó el grupo de rescate.Es la hora de partir. Primero despega el ultraliviano y arrastra al italiano en su aladelta. Levantan vuelo hasta los 4 mil metros. Giran sobre el campamento y desaparecen para internarse por las laderas del Parque Nacional Aconcagua. De allí en más, los únicos testigos serán las cámaras filmadoras montadas en las alas de las aeronaves. A poco de la cima, D'Arrigo se desengancha del pequeño avión y sigue su vuelo solo, impulsado por las corrientes de los fuertes vientos. A las 9,15 desciende el piloto inglés: "Fue un vuelo perfecto, sin turbulencias. Fue menos peligroso que sobrevolar el Everest porque contamos con la complicidad del viento", dijo.Un hombre imita al cóndor. D'Arrigo aparece entre las montañas y su ala derecha parece rozar las laderas de piedra. Pero calcula sus movimientos circulares con destreza hasta llegar al playón de aterrizaje. Al tocar el asfalto, una de las ruedas del aladelta se traba por las malas condiciones de la ruta. Su cuerpo golpea varias veces hasta que la nave se detiene. Su equipo y su familia corren a auxiliarlo, pero D'Arrigo los tranquiliza con su dedo pulgar en alto. El intempestivo aterrizaje quebró un soporte del aladelta y el deportista debe solicitar la ayuda de los hombres de la Gendarmería, para ponerse en pie. Recibe aplausos y por fin sonríe. Besa a su familia y se abraza con el piloto inglés. Pide una última fotografía con todo su equipo y confiesa: "Fui un cóndor."
Fuente: Diario El Clarín de Buenos Aires.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario