miércoles, marzo 01, 2006

Hacia un diálogo entre Bolivia y Chile

El diario La Nación de Buenos Aires se ocupa en el día de hoy en su editorial de las relaciones bilaterales entre Chile y Bolivia, el siguiente es el texto editorial:
Como un dato auspicioso deben verse las recientes declaraciones del presidente boliviano, Evo Morales, acerca de su deseo de restablecer en el futuro las relaciones diplomáticas entre su país y Chile. "Estamos dispuestos a conversar y discutir", puntualizó el mandatario de Bolivia, quien viajará a Santiago de Chile para asistir a la asunción de Michelle Bachelet como jefa de Estado. Bolivia y Chile no mantienen relaciones diplomáticas desde 1978, al tiempo que el primer país le reclama a su vecino una salida al mar para compensar la pérdida de su litoral tras la Guerra del Pacífico, librada entre 1879 y 1883. La presencia de Morales en la ceremonia de investidura presidencial de la futura mandataria chilena es un gesto que se corresponde con la asistencia del actual presidente de Chile, Ricardo Lagos, al reciente acto de asunción de su par boliviano. Esta actitud debe interpretarse también como una clara señal de moderación respecto del discurso electoral del actual mandatario boliviano, caracterizado por un tono marcadamente radical. Durante la campaña electoral, la actitud de Morales hacia Chile fue de abierta hostilidad, atribuyéndole al país trasandino el subdesarrollo de su país, generado -según él- por la frustrante mediterraneidad que le fue impuesta como consecuencia de la guerra de fines del siglo XIX. Más tarde, el presidente boliviano -más prudente- suavizó acertadamente su discurso y aseguró que trabajaría "en voz baja y con responsabilidad" para que su país pueda recuperar su litoral marítimo. Una vez más, una cosa es lo que se dice en las barricadas y otra, muy diferente y más realista, es la visión que aparece cuando se observa el escenario desde el sillón presidencial. La presencia de Morales en Chile -como la de Lagos en Bolivia- es un saludable símbolo que ayuda a descomprimir una relación que la política había tensado. Es precisamente por este camino, el del diálogo diplomático, y no por el de las amenazas, que Bolivia tiene las mejores posibilidades de resolver su diferendo con Chile. Nuestro país debería acercarse activamente a ambas partes para colaborar en la construcción de una alternativa que permita superar generosamente las actuales consecuencias geográficas de un conflicto que está en la historia. En esto, como en tantas cosas, no hay espacio para la indiferencia o la distracción, cuyas consecuencias generan inevitablemente la pérdida de trascendencia relativa.

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