Multitudinarias marchas convocadas por la comunidad latina en distintas ciudades de los Estados Unidos hicieron recordar a las movilizaciones por los derechos civiles de décadas pasadas. Esta protesta por la intención de endurecer la legislación migratoria fue una demostración palpable de la creciente influencia que tiene la población de origen hispano en la sociedad norteamericana.Los sectores más conservadores vienen impulsando en el Congreso una reforma migratoria que endurece los controles fronterizos y considera a los inmigrantes indocumentados como delincuentes. Esta criminalización de la inmigración se contrapone con el hecho de que la economía estadounidense demanda esa mano de obra de manera constante.Existe una nueva configuración de la sociedad norteamericana fuertemente multicultural, con una comunidad hispana que se proyecta como principal minoría. Ello se observa en una presencia cada vez más notoria en altos niveles de decisión y en cargos electivos, así como de población de origen mexicano y centroamericano que encuentra una inserción laboral y social. Los sectores conservadores tradicionales tienen ante sí el desafío de adaptarse y asumir estos cambios sociales operados. Las políticas migratorias pueden ser tanto una herramienta de integración como de exclusión social, manteniendo en este último caso una masa de la población en las periferias de los derechos de los que goza el resto de la ciudadanía.Las marchas de días pasados muestran que los Estados Unidos son una sociedad multicultural, que los inmigrantes son parte de la misma y que merecen por lo tanto los mismos derechos y garantías.Las manifestaciones de protesta en contra de un endurecimiento en la política inmigratoria de los EE.UU. son una demostración de los cambios demográficos y culturales operados en la sociedad norteamericana.
Fuente: Diario El Clarín de Buenos Aires
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