La promesa de la ETA de cesar el fuego en forma permanente es un éxito político para el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y también para un segmento del nacionalismo vasco que busca desde hace mucho tiempo un camino de negociación. Es también el reconocimiento de que no existen razones ni fuentes de sustento para continuar con un accionar armado que sembró el terror a lo largo de cuatro décadas. España salió de la dictadura franquista y construyó, paso a paso, los cimientos de una sociedad democrática y de un Estado europeo conformado por distintas naciones y regiones autonómicas. La existencia de una fuerte reivindicación independentista y separatista en el País Vasco estuvo, sin embargo, condicionada por la cuestión del terrorismo. Varias veces los líderes de ETA anunciaron una tregua. Pero ésta es la primera vez que lo hacen como parte de una decisión permanente que acepta la vía del diálogo para discutir el derecho de autodeterminación y la "territorialidad" que incluye las provincias vascas de España y Francia y Navarra. Estas demandas políticas y todas las vinculadas a la situación de Euskadi y su relación con el Estado español podrán discutirse en una mesa sin la coerción permanente que supone la extorsión terrorista. Este delicado proceso de negociación, que guarda paralelismos con el seguido en Irlanda del Norte con el IRA, será decisivo para dejar atrás una etapa de terror y dolor. También podrá servir como ejemplo para abordar y resolver conflictos fundamentales al interior de los países a través de las instituciones y prácticas de la democracia. La promesa de la ETA de abandonar la violencia es un éxito del gobierno español. Si es cumplida, España podrá iniciar una nueva etapa de diálogo que contenga las reivindicaciones nacionales en el marco de la paz.
Editorial del diario El Clarín de Buenos Aires
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