El sexo como variable. Muchos investigadores están buscando respuestas a sus preguntas en las diferencias —objetivas, medibles, corroborables con métodos científicos— de género. No se trata de sexismo, sino de identificar variables anatómicas, de funcionamiento de órganos. El objetivo final es poder dar respuestas médicas ajustadas al sexo del paciente.Un ejemplo. Así como en Argentina se lanzó una campaña para concientizar a la mujer sobre sus problemas cardíacos (ver Mayor riesgo...), en Estados Unidos organizaciones sin fines de lucro intentan instalar otro tema: todos los años crece el número de mujeres que sufre cáncer de pulmón, aun de aquellas que no fuman. "Necesitamos más estudios para entender el impacto del sexo en el desarrollo y tratamiento del cáncer de pulmón", pidió Phyllis Greenberg, presidente de una asociación para la investigación de la Salud en las Mujeres. Hasta ahora, se sabe que el estrógeno podría incrementar las chances de sufrir este cáncer, y que las células pulmonares de las mujeres pueden ser más fácilmente dañadas por el humo del tabaco.Se reclama mayor investigación, y la hay, sobre todo, aquella que pone en la mira al cerebro y a los genes. Algunos ejemplos sobre diferencias cerebrales:
Las mujeres necesitan dosis de morfina mayores que los hombres para atenuar los dolores (la morfina se suministra para aliviar los dolores posoperatorios). Y se sabe que las mujeres también tienden a sufrir más los dolores crónicos. Un estudio conducido, entre otros, por investigadores de la Universidad Estatal de Georgia, Estados Unidos, señala que diferencias anatómicas y funcionales en el cerebro podrían explicar diferencias en la experiencia del dolor y en los efectos de algunas drogas. Los expertos indagaron en la anatomía de un circuito específico del cerebro, el principal responsable de la sensación del dolor, y encontraron diferencias anatómicas. A la vez, observaron que este camino se activa en un grado mayor en los hombres.
Otra investigación, realizada en la Universidad de California-Irving, concluyó que la amígdala, un órgano con forma de almendra que se halla en ambos lados del cerebro, actúa de una manera diferente en hombres y mujeres cuando descansan. Conectan con distintas regiones cerebrales y, en los hombres, la amígdala derecha se muestra más activa aun sin estímulo exterior. La investigadora Latty Cahill ya tiene experiencia en este tipo de estudios: había demostrado en 2001 que hombres y mujeres usan distintas partes del cerebro para procesar y almacenar memoria de largo plazo. Ahora postula que su nuevo estudio puede ser la base para investigar enfermedades como la depresión, en la cual puede estar involucrada la amígdala.
En el mismo sentido, investigadores de la Universidad de Vanderbilt analizaron la habilidad para responder a tests con un límite de tiempo en 8.000 hombres y mujeres de todo Estados Unidos. Las mujeres fueron notablemente más rápidas en responder de manera precisa a esos tests (aclararon que no había diferencias notables en cuanto a inteligen cia). Y esta velocidad fue común en todos los rangos de edad —de 2 a 90 años—, pero aún mayor en los adolescentes. ¿Por qué es así? No lo saben, pero buscarán en imágenes obtenidas por resonancia magnética la manera de comprobar qué áreas del cerebro se activan en la velocidad de procesamiento y cuáles son las diferencias de reacción.
Otros investigadores, de la Universidad de Wisconsin, también buscaron en la cabeza la diferencias de género en la apnea de sueño. Los hombres las sufren mucho más que las mujeres. Pero como no la encontraron en las dos áreas del cerebro que controlan la lengua, buscarán ahora en las neuronas que producen serotonina. El otro gran eje de investigación es el genético. En marzo se publicó en la revista JAMA que el simple hecho, conocido en las escuelas secundarias, de que las mujeres tienen dos cromosomas X y los hombres sólo uno podría explicar no sólo por qué las mujeres son menos susceptibles a ciertas enfermedades genéticas, sino también diferencias de conductas. Ya los que espían el funcionamiento del cerebro a través de tomografías concluyeron que ante un mismo hecho, se activan distintas zonas cerebrales en el hombre y en la mujer.En este caso, los investigadores salen de la clásica explicación hormonal de las diferencias (sin entrar en el análisis del contexto sociocultural). Las hormonas no pueden explicar, dicen, por qué los nenes son más susceptibles a las hormonas que las nenas. Las niñas heredan un cromosoma X del padre y otro X de la madre; los nenes, un X de la madre y un Y del padre. El X tiene más de mil genes; el Y, unos 100. Ya el año pasado en el Centro Médico Penn Statte Milton S. Hershley había indagado sobre qué pasa con el "manual de instrucción" mayor, el del X con respecto al Y. "La solución biológica es 'inactivar' uno de los cromosomas X en las mujeres". Pero los genes del X supuestamente inactivos, señalaron, no están tan calladitos. Sólo el 65% de esos genes estaban inactivos del todo. Demostraron, sí, diferencias genéticas específicas de acuerdo con el sexo. El paso que sigue a estos hallazgos es determinar las implicancias clínicas.
Fuente: Diario El Clarín de Buenos Aires
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