Artículo preparado por el diario El Universal de cara a las elecciones presidenciales del día de mañana:
Aquel hijo desobediente que al saltarse las trancas del sistema puso en jaque al poder del Presidente, nada menos que en su juego sucesorio; aquel que se anticipó a renunciar al gabinete y escapó de las garras de los halcones del poder, llega a la elección presidencial de este domingo, como una opción de centro, de convergencia plural de fuerzas, aunque tiene ADN de abolengo azul. Quienes conocen a Felipe Calderón, dicen de él que es "enojón", de un carácter rijoso, proclive a las fricciones y los conflictos. Aseguran, sin embargo, que en los últimos dos meses -los más intensos y arduos del proceso electoral- ocurrió una evolución en este político que es capaz de tejer complejas relaciones plurales. La convergencia de priístas en su campaña -Luis Téllez, Carlos Ruiz Sacristán y otros-, así como de Genaro Borrego Estrada, ex presidente del PRI, y de Diódoro Carrasco, ex secretario de Gobernación, y la adhesión de talentos de la talla del premio Nobel de Química, Mario Molina, ilustran el oficio político de un "enojón" que aprendió de los descalabros. En su búsqueda del voto, por ejemplo, era fácil que se pusiera virtualmente los guantes en un templete, como en Amecameca, México, cuando se confrontó con unos jóvenes simpatizantes de López Obrador. Baste recordar la rispidez ante cuestionamientos y cartulinas de universitarios y su lejanía absoluta de los periodistas que cubrieron su periplo.
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