La publicación continuada de mapas argentinos que divergen en su favor del acuerdo concluido en 1998 con Chile sobre Campo de Hielo Sur, ha dado lugar a desentendimientos, declaraciones y cuestionamientos a uno y otro lado de la cordillera.
El comunicado chileno señala, con razón, que los mapas deben recoger lo acordado y recuerda que se han formulado oportunamente las correspondientes observaciones. En la respuesta argentina se arguye que ese país ha solicitado la demarcación del sector no definido del tratado, sin un pronunciamiento chileno oportuno.
Conviene, en primer lugar, precisar claramente que no hay una controversia limítrofe. En 1998 se acordó, firmó y ratificó un tratado que expresa un acuerdo entre ambos países sobre el llamado Campo de Hielo Sur, entre los montes Fitz Roy y Daudet, solucionando así lo que fue denominado como el último problema de lími-tes entre ambos países. No hay, pues, una disputa de fronteras, sino problemas sobre la aplicación de un tratado válido y vigente.
El acuerdo de 1998 -se recordará- definió totalmente la línea de frontera entre los montes Murallón y Daudet -es decir, los dos tercios del trazado limítrofe- y encomendó a la Comisión Mixta de Límites, que existe desde 1941, la definición, sobre ciertas bases, de la línea entre el mismo Murallón y el Fitz Roy. El mapa correspondiente traza, en consecuencia, la línea en la parte acordada y deja en blanco, y achurada en un rectángulo, la zona por demarcarse.
En los mapas turísticos argentinos se ha mantenido, sin embargo, su antigua tesis, y no se ha reflejado lo convenido en 1998. En un proceso de años, Chile ha debido observar tal circunstancia, que puede estimarse como un incumplimiento del acuerdo.
Aquí se origina el problema, y hay quienes lo han relacionado con la actitud asumida en esa época por el actual Presidente de Argentina -entonces gobernador de Santa Cruz-, quien objetó lo convenido desde una posición militante y nacionalista.
Respecto de la petición argentina de que se proceda a la demarcación, ella requiere, por nuestra parte -como lo precisó la Cancillería-, de estudios y antecedentes complementarios, del todo lógicos en esta área casi inaccesible y de extrema dificultad climática y logística.
El acuerdo no fija plazo para la labor de la Comisión Mixta y, a esa luz, se estimó entonces, y parece sensato hoy, que se evidencien posiciones cercanas o armónicas, que permitan augurar un buen resultado, antes de iniciar tal proceso. Es difícil, además, comprender el apremio en su realización, en circunstancias de que no hay problemas prácticos en esta zona remota que exijan una definición urgente.
La solución a estas divergencias reside, por tanto, en el cumplimiento de lo convenido entre ambos países en el acuerdo de 1998. Para su cumplimiento, Argentina debe acomodar sus mapas a lo acordado y vigente. La tarea de la Comisión Mixta de Límites debe ser preparada por ambos países e iniciada en un momento oportuno, y con perspectivas de éxito, bajo el amparo de que el instrumento no fija plazos y de la mutua conveniencia de una relación estable y sin problemas de frontera.
Sobre tales bases, debe reafirmarse la posición nacional, que ha de unir la serenidad y ponderación con una necesaria firmeza.
Fuente: Editorial del diario El Mercurio de Santiago
El comunicado chileno señala, con razón, que los mapas deben recoger lo acordado y recuerda que se han formulado oportunamente las correspondientes observaciones. En la respuesta argentina se arguye que ese país ha solicitado la demarcación del sector no definido del tratado, sin un pronunciamiento chileno oportuno.
Conviene, en primer lugar, precisar claramente que no hay una controversia limítrofe. En 1998 se acordó, firmó y ratificó un tratado que expresa un acuerdo entre ambos países sobre el llamado Campo de Hielo Sur, entre los montes Fitz Roy y Daudet, solucionando así lo que fue denominado como el último problema de lími-tes entre ambos países. No hay, pues, una disputa de fronteras, sino problemas sobre la aplicación de un tratado válido y vigente.
El acuerdo de 1998 -se recordará- definió totalmente la línea de frontera entre los montes Murallón y Daudet -es decir, los dos tercios del trazado limítrofe- y encomendó a la Comisión Mixta de Límites, que existe desde 1941, la definición, sobre ciertas bases, de la línea entre el mismo Murallón y el Fitz Roy. El mapa correspondiente traza, en consecuencia, la línea en la parte acordada y deja en blanco, y achurada en un rectángulo, la zona por demarcarse.
En los mapas turísticos argentinos se ha mantenido, sin embargo, su antigua tesis, y no se ha reflejado lo convenido en 1998. En un proceso de años, Chile ha debido observar tal circunstancia, que puede estimarse como un incumplimiento del acuerdo.
Aquí se origina el problema, y hay quienes lo han relacionado con la actitud asumida en esa época por el actual Presidente de Argentina -entonces gobernador de Santa Cruz-, quien objetó lo convenido desde una posición militante y nacionalista.
Respecto de la petición argentina de que se proceda a la demarcación, ella requiere, por nuestra parte -como lo precisó la Cancillería-, de estudios y antecedentes complementarios, del todo lógicos en esta área casi inaccesible y de extrema dificultad climática y logística.
El acuerdo no fija plazo para la labor de la Comisión Mixta y, a esa luz, se estimó entonces, y parece sensato hoy, que se evidencien posiciones cercanas o armónicas, que permitan augurar un buen resultado, antes de iniciar tal proceso. Es difícil, además, comprender el apremio en su realización, en circunstancias de que no hay problemas prácticos en esta zona remota que exijan una definición urgente.
La solución a estas divergencias reside, por tanto, en el cumplimiento de lo convenido entre ambos países en el acuerdo de 1998. Para su cumplimiento, Argentina debe acomodar sus mapas a lo acordado y vigente. La tarea de la Comisión Mixta de Límites debe ser preparada por ambos países e iniciada en un momento oportuno, y con perspectivas de éxito, bajo el amparo de que el instrumento no fija plazos y de la mutua conveniencia de una relación estable y sin problemas de frontera.
Sobre tales bases, debe reafirmarse la posición nacional, que ha de unir la serenidad y ponderación con una necesaria firmeza.
Fuente: Editorial del diario El Mercurio de Santiago
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