Argentina y Chile han logrado cimentar suficientes vínculos de cooperación y confianza en los últimos años como para evitar diferencias de criterio en cuestiones tan básicas como la cartografía que define los límites territoriales.
Es cierto que ambos países han nacido y crecido juntos, pero, Cordillera mediante, vivieron durante gran parte de su historia sin terminar de definir y acordar las líneas de delimitación fronteriza en distintos puntos de su extenso recorrido. Esta tradición conflictiva atravesó su momento más crítico en 1978 y comenzó a cerrarse cuando se firmó la paz en 1984.
La recuperación democrática dio fin a las hipótesis de conflicto territorial y marcó el inicio del proceso de integración regional comenzando una etapa de cooperación y amistad.
El acuerdo sobre Hielos Continentales cerró un último litigio pendiente, pero la delimitación no se terminó de fijar por completo y quedó en manos de una comisión binacional.
La Cancillería trasandina ha reclamado que se revisen los mapas turísticos oficiales que circulan en nuestro país en los que se muestra como territorio nacional una pequeña zona de los Hielos Continentales que quedó sin definirse. La Argentina ha respondido tomando nota del pedido y recordando que invitó a Chile a progresar en la demarcación definitiva de límites.
El principal problema no es la aparición de esta clase de diferencias sino la falta de aceitados mecanismos de consulta y coordinación política entre los gobiernos de ambos países.
Existen los canales para evitar que estas disonancias generen fricciones innecesarias y molestas para las relaciones bilaterales.
Fuente: Editorial del diario El Clarín de Buenos Aires
No hay comentarios.:
Publicar un comentario