El candidato izquierdista a las elecciones presidenciales mexicanas Andrés Manuel López Obrador, no sólo ha perdido la cita con las urnas de julio, aunque por el muy estrecho margen de votos del 0,58%, sino también todo grado de mesura y madurez política y, cada vez con mayor seguridad, toda posibilidad de volver a ser candidato a la jefatura del Estado de un país serio con la historia, el peso y la dignidad de México.
El espectáculo ofrecido el viernes en el Parlamento mexicano por los miembros del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de López Obrador al impedir físicamente al saliente presidente de la República, Vicente Fox, que leyera su informe anual del Gobierno es un paso más del líder izquierdista hacia su fracaso y automarginación de todo proceso democrático en el futuro. El daño que López Obrador está infligiendo a la izquierda democrática mexicana es incalculable. Las últimas encuestas revelan que de celebrarse hoy elecciones, aquel exiguo medio punto de ventaja obtenido por Felipe Calderón podría ser ahora de 12 o 13 puntos.
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