Lula ha conseguido su momento mágico: la rotunda reelección en la segunda vuelta, con más votos que cuatro años atrás (casi el 61%). Los escándalos de corrupción que han salpicado a su partido y colaboradores, y que hicieron que no pasara esta reválida en la primera vuelta el pasado 1 de octubre, han pesado mucho menos que sus programas sociales. Pues el voto masivo a Luiz Inácio Lula da Silva tiene poco de magia. Es el resultado de sus programas de lucha contra la pobreza, que han mejorado la situación de millones de brasileños. "Contra eso no hay adversario", señaló después de la victoria. Efectivamente, frente a él, Geraldo Alckmin ha tenido pocas posibilidades, especialmente cuando se le endilgó un impopular deseo de privatización, palabra maldita en Brasil.
¿Comienza así un Lula 2? Durante el primer mandato, junto a la política social, el ex sindicalista líder del Partido de los Trabajadores (PT) mantuvo el rigor en las cuentas públicas y la lucha contra la inflación, dictado por la competencia global. Sin embargo, con un 2,5% anual, Brasil es uno de los países de América Latina que menos ha crecido económicamente en los últimos años. Lula se puede permitir más alegrías, aunque no excesivamente, para intentar lo que anuncia: que Brasil deje de ser una economía emergente y cumpla las expectativas que se ciernen sobre ese país. Crecer es su gran asignatura pendiente. Los altos tipos de interés lo han dificultado.
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