Etanol, inversiones, subsidios agrícolas, Hugo Chávez y, sobre todo, el tejido de un vínculo permanente con Estados Unidos que fortalezca el liderazgo regional de Brasil son los objetivos que Luiz Inacio Lula da Silva metió ayer en su valija. Y hoy se reunirá con George W. Bush por segunda vez en tres semanas.
Los mandatarios se reencontrarán en Camp David, la residencia presidencial de fin de semana, donde Lula será recibido con un asado y varios gestos: es el primer líder de América latina al que Bush recibe allí. Sólo su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, fue agasajado en ese predio por Bill Clinton, en 1998, pero en una "visita social".
La agenda "de trabajo" incluirá el comercio mundial (Ronda de Doha, eliminación de los subsidios agrícolas), la alianza de biocombustibles, la situación en Cuba, Venezuela y Haití, y la "expansión de las relaciones económicas bilaterales", entre otros temas, precisó el director para América latina del Consejo de Seguridad Nacional, Dan Fisk.
Brasil ambiciona mucho más, incluida una silla permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y aunque la administración Bush se encuentra en baja, Bush y Lula podrían estar ante una oportunidad única, coinciden los observadores independientes en esta capital.
"Estados Unidos quiere revitalizar su relación con América latina y la relación con Lula es vista como un ancla para eso", dijo Daniel Erikson, analista de Diálogo Interamericano. Lula también podría ganar mucho de su relación con Bush. "Estados Unidos debe hacer una oferta que Brasil no pueda rechazar", dijo director de la revista Foreign Policy, Moisés Naim, a LA NACION. "Debe hacerle ofertas que lo posicionen como el líder regional indiscutido y, si puede, alentar un tratado de libre comercio con dos condiciones: el mantenimiento de instituciones democráticas y estabilidad macroeconómica. Eso crearía un nuevo horizonte en la región", argumentó.
El encuentro en Camp David durará apenas unas horas. Pero será mucho más que el tiempo que Bush dedica a cualquier mandatario -entre 15 minutos y 1 hora- y en un ambiente más relajado.
"La Casa Blanca se ha dado cuenta de que a los ojos del hemisferio, Estados Unidos no ha cumplido. La invitación es un gesto clave del profundo interés del presidente (Bush), que quiere cambiar", dijo a LA NACION un habitual interlocutor republicano del Departamento de Estado.
El viaje de Lula a Camp David fue saludado incluso por el Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA), un centro de estudios de izquierda muy crítico de la Casa Blanca. Su viaje "marca el próximo paso gigante de Brasil para convertirse en un jugador pesado", planteó Thomaz Alvares.
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
Los mandatarios se reencontrarán en Camp David, la residencia presidencial de fin de semana, donde Lula será recibido con un asado y varios gestos: es el primer líder de América latina al que Bush recibe allí. Sólo su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, fue agasajado en ese predio por Bill Clinton, en 1998, pero en una "visita social".
La agenda "de trabajo" incluirá el comercio mundial (Ronda de Doha, eliminación de los subsidios agrícolas), la alianza de biocombustibles, la situación en Cuba, Venezuela y Haití, y la "expansión de las relaciones económicas bilaterales", entre otros temas, precisó el director para América latina del Consejo de Seguridad Nacional, Dan Fisk.
Brasil ambiciona mucho más, incluida una silla permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y aunque la administración Bush se encuentra en baja, Bush y Lula podrían estar ante una oportunidad única, coinciden los observadores independientes en esta capital.
"Estados Unidos quiere revitalizar su relación con América latina y la relación con Lula es vista como un ancla para eso", dijo Daniel Erikson, analista de Diálogo Interamericano. Lula también podría ganar mucho de su relación con Bush. "Estados Unidos debe hacer una oferta que Brasil no pueda rechazar", dijo director de la revista Foreign Policy, Moisés Naim, a LA NACION. "Debe hacerle ofertas que lo posicionen como el líder regional indiscutido y, si puede, alentar un tratado de libre comercio con dos condiciones: el mantenimiento de instituciones democráticas y estabilidad macroeconómica. Eso crearía un nuevo horizonte en la región", argumentó.
El encuentro en Camp David durará apenas unas horas. Pero será mucho más que el tiempo que Bush dedica a cualquier mandatario -entre 15 minutos y 1 hora- y en un ambiente más relajado.
"La Casa Blanca se ha dado cuenta de que a los ojos del hemisferio, Estados Unidos no ha cumplido. La invitación es un gesto clave del profundo interés del presidente (Bush), que quiere cambiar", dijo a LA NACION un habitual interlocutor republicano del Departamento de Estado.
El viaje de Lula a Camp David fue saludado incluso por el Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA), un centro de estudios de izquierda muy crítico de la Casa Blanca. Su viaje "marca el próximo paso gigante de Brasil para convertirse en un jugador pesado", planteó Thomaz Alvares.
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
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