Mañana se cumplen cuatro años desde que George W. Bush, a bordo de un portaaviones y junto a una pancarta que decía "misión cumplida", cantó victoria en la ocupación de Irak. Justo cuando enfrenta, por primera vez, la presión del Congreso para definir un cronograma de salida de sus tropas: las dos cámaras, controladas por los demócratas, aprobaron una ley que liga 100 mil millones de dólares para financiar la ocupación a que los soldados estadounidenses abandonen Irak entre octubre próximo y el 31 de marzo del 2008. Bush ha anunciado su veto, pero llamó a los líderes del Congreso a buscar con él un acuerdo.
Según la más reciente encuesta de The New York Times y la cadena CBS, 64 por ciento de los estadounidenses apoyan un cronograma de salida y 56 por ciento piensa que los congresistas deben decidir el número de las tropas. Pese a ello y a su derrota electoral el año pasado, la Casa Blanca se ha negado a aceptar las recomendaciones bipartidistas del Grupo de Estudio de Irak, y optó por aumentar las tropas. Desde principios de año, tres nuevas brigadas, con apoyo iraquí, han lanzado en Bagdad una ofensiva contra las milicias sunitas y chiitas. Pero si en Washington llueve, en Irak no escampa.
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