''Parece que hemos llegado a un punto en el que la situación mundial de las drogas se ha estabilizado y controlado'', dice Antonio María Costa, director ejecutivo de la Oficina de Drogas y Crímenes de la ONU, con base en Viena, Austria, en un análisis de las tendencias mundiales de drogas revelado esta semana.
Algunos expertos critican a Costa. Según ellos, exagera mucho las fluctuaciones pequeñas en los suministros a corto término e ignora pronósticos más lúgubres a largo plazo. Pero John Walters, el director de la Oficina de Narcóticos y Control de Drogas de la Casa Blanca, comparte el optimismo. ''Estados Unidos se está viendo ahora favorablemente como un ejemplo de disminución en el uso'', dijo recientemente el zar de la droga estadounidense. Walters y el analista Thomas Pietschmann, uno de los coautores del Informe Mundial de las Drogas del 2007, dan mucho crédito a las autoridades de países productores de drogas como Colombia, Marruecos, Laos y Myanmar, que han estado persiguiendo con firmeza a los cultivadores y a los traficantes.
Los motivos de estos países varían. Las medidas tomadas en Colombia con la ayuda de EEUU también buscaban afectar el poder de los rebeldes financiados con dinero del narcotráfico. Marruecos ha cedido a las presiones europeas. Laos y Myanmar lograron frenar a los movimientos insurgentes y apaciguar a China. El informe de la ONU anota que los países latinoamericanos en los que se cosecha coca y se produce cocaína han avanzado en la confiscación y erradicación, aunque en la región todavía se produjeron unas 980 toneladas métricas en el 2006, lo cual no representa un cambio real a pesar de los $5,000 millones de ayuda de EEUU a Colombia para combatir el narcotráfico, y millones más a Perú y Bolivia.
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