El que no haya habido elecciones internas en casi ningún partido y que el 85,9 por ciento de las notificaciones para ser autoridad de mesa hayan sido rechazadas son síntomas que alertaron sobre la falta de interés electoral. Si a esto se le suma la ausencia de debate político y la crisis del sistema de representación, el panorama amerita un análisis más profundo. Resulta unánime, lo que caracteriza a esta elección es la apatía.
Para el politólogo Vicente Palermo las razones principales de este fenómeno son dos: “Primero, se da casi por descontado el triunfo de un candidato. Segundo, ninguno de los otros competidores tiene un atractivo importante para el electorado. Por consiguiente, se trata de una elección en la que parece haber poco en juego, y que se efectúa en el marco de una situación política, social y económica muchísimo menos dramática que las anteriores”.
Complementariamente, Palermo sostiene que “la oferta política oficial no es, precisamente, la de un peronismo que vuelve a enamorar como lo fue la de Menem en su campaña de 1989. Es la de un gobierno que administra su capital y trata de mantener un precario equilibrio entre las tribus peronistas y el registro en el que tiene que emitir para retener el respaldo del voto no peronista que es indispensable”.
Así lo ve el politólogo Isidoro Cheresky: “Estamos ante un hecho sorprendente y es que todos los sectores políticos, la oposición y el oficialismo, cada uno desde sus propios argumentos, piensan que estamos frente a una nueva etapa. Esto supondría algún tipo de debate, alguna confrontación, pero no es así. Pese a que Cristina (Kirchner) se postula como el cambio –cuando el único cambio significativo es la candidatura a vice del radical Julio Cobos– la estrategia evidente ha sido el continuismo. Seguramente gane, pero el oficialismo tiene un problema. Es que ha cambiado de manera permanente la relación de los ciudadanos con la política. Entre el 70 y el 80 por ciento dice no pertenecer a un partido, y el problema de la segregación no es que han desaparecido las organizaciones o los militantes, sino la pertenencia. Los líderes expresan proyectos o alternativas políticas. Pero el liderazgo, cuando no está sustentado en una organización, es un problema”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario