domingo, noviembre 11, 2007

Anticipan al menos diez años de "mala relación" entre Argentina y Uruguay

Un interrogante quedó abierto aquí tras el más resonante cortocircuito diplomático rioplatense de las últimas décadas: ¿cómo será, de ahora en más, el vínculo entre la Argentina y Uruguay?

La respuesta a esta pregunta, formulada por LA NACION entre los principales funcionarios de Néstror Kirchner, fue fulminante. "La relación será mala con Uruguay durante al menos los próximos 10 años", sintetizó una fuente de máximo nivel.

Y "mala", en el lenguaje de las relaciones bilaterales, no describe precisamente una cuestión emocional: en la primera línea del Gobierno se conversaba con sigilo ayer de una serie de ideas que, de pasar al plano de los hechos, podrían endurecer política y económicamente el vínculo binacional.

Temprano por la mañana, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, había expresado públicamente el malestar oficial con Uruguay. "La relación quedó muy dañada", dijo.

En la comitiva presidencial circulaban hipótesis de las más diversas: las impresiones que intercambiaban los funcionarios, al calor del malestar político, incluían al menos dos cuestiones resonantes. La primera, rebajar a partir del 10 de diciembre, cuando asuma el próximo gobierno, el rango de la representación diplomática argentina en Uruguay y dejar la embajada vacante, o a cargo de un funcionario de menor jerarquía. Esto no significaría retirar al embajador en Uruguay, una medida por demás drástica.

Y la segunda, endurecer -sin la adopción de decisiones radicalizadas- los controles en el flujo de capitales entre ambos países, lo que podría complejizar las transacciones económicas argentinas en el vecino país.

"Uruguay vive de sus relaciones con la Argentina y con Brasil. Su energía, sus finanzas, su turismo Tabaré (Vázquez) no puede pensar que esto no traerá un problema y que su decisión es intrascendente para la Argentina", dijo una fuente de máximo nivel. "Si Tabaré hizo lo que hizo, es porque está dispuesto a aceptar lo que viene y realmente no sé aún lo que viene", se sinceró.

Kirchner, sin embargo, transmitió calma en charlas privadas. "No hay que tener actitudes xenófobas ni nacionalistas, propias del siglo XVI", dijo el Presidente en la intimidad, según fuentes inobjetables.

Ninguna de las medidas está cerrada, pero el hecho de que formaran parte de los diálogos en el Gobierno retrata crudamente el tipo de vínculo que buscará seguir la Argentina.

Un cambio en la representación política en Uruguay no se haría de forma dramática, confiaron altas fuentes oficiales. Sucedería casi naturalmente, cuando caiga la designación del embajador en Montevideo, Hernán Patiño Mayer, como ocurre al fin de una gestión con los nombramientos políticos. "No es que se retire al embajador. Eso sería una medida muy violenta. Es más factible no designar a nadie en su reemplazo. Obviamente, lo decidirá la presidenta electa, pero sería posible, dado la situación, que quedara vacante y a cargo de un encarado de negocios", dijo una alta fuente oficial.

No designar un embajador es una señal contundente: indica el nivel de relevancia que se le concede en la agenda de la gestión. Un eventual endurecimiento de los controles fiscales para transacciones económicas -desde inversiones a depósitos bancarios-entre ambos países produciría retracciones del flujo de capitales en el vecino país. "Hay que saber bancarse las consecuencias de las acciones que se adoptan", dijo un miembro de la comitiva.

Continue leyendo el artículo del diario La Nación de Buenos Aires

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