A medida que trepa hacia la simbólica barrera de los 100 dólares el barril –ayer alcanzó los 96,70 dólares–, el precio del petróleo está creando nuevos ganadores y perdedores en todo el mundo. En el sur de China los elevados precios del petróleo obligaron a Wang Pui, un camionero, a hacer una hora y media de cola para llenar el tanque, pero sólo para cargar, según le dijeron, unos 100 litros, ya que China afronta escasez de nafta y de gasoil. Cuando Vladimir Putin trataba de lograr, en julio pasado, que Rusia fuera la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, recurrió a sus bolsillos repletos de ganancias petroleras y se comprometió a destinar 12.000 millones de dólares para convertir un centro veraniego del Mar Negro en un paraíso deportivo invernal.
La perspectiva de que el precio del petróleo alcance los tres dígitos está redibujando el mapa político y económico del mundo y desafiando algunas viejas ideas sobre el poder. Las naciones ricas en petróleo gozan de ganancias y oportunidades históricas, mientras que los principales importadores -incluyendo China y la India- están afrontando costos sociales y económicos cada vez mayores. Manejar este nuevo orden se está convirtiendo rápidamente en un problema esencial de la política global.
Los países que necesitan petróleo se están sacando los ojos para asegurarse provisiones escasas y están dispuestos a negociar con cualquier gobierno, por más desagradable que sea, para conseguirlo. En cambio, en muchos países petroleros pobres los ingresos se pierden debido a la corrupción, privando a esas naciones de mejores perspectivas de desarrollo. Y el petróleo está promoviendo gigantescos fondos de inversión administrados por gobiernos extranjeros, lo que algunos en Occidente consideran una nueva amenaza. También hay algunos países que, inesperadamente, están obteniendo beneficios debido a los precios más elevados, como Alemania. Aunque importa casi todo el petróleo que consume, ha prosperado a partir del voluminoso comercio con una floreciente Rusia y con Medio Oriente.
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