sábado, noviembre 24, 2007

El tablero étnico de Pakistán

En su bufete de Islamabad, vestido a la occidental y en un inglés perfeccionado durante sus estudios en Oxford, el letrado Iftijar advierte de que los bombardeos indiscriminados del Ejército paquistaní sobre las zonas tribales fronterizas con Afganistán y pobladas por pastunes terminarán por romper el país. "No estamos dispuestos a convertirnos en el chivo expiatorio de la alianza contra el terror de EE UU y Pervez Musharraf. La venganza es uno de los cuatro pilares del código pastún y la paciencia de nuestro pueblo tiene un límite".

Los 2.912 kilómetros que separan India y Pakistán, dos Estados nucleares desde 1998, siguen siendo, pese al alto el fuego acordado en 2004, la zona más militarizada del mundo. Los expertos temen que pueda volver a incendiarse por una chispa del fuego que alienta el extremismo islámico y sus lazos con las mafias de la droga y del tráfico de armas. Hoy por hoy, la situación se ha vuelto explosiva en la llamada Provincia Fronteriza del Noroeste (NWFP), una de las cuatro que forman Pakistán junto con Baluchistán, Punjab y Sind. La mayoría de la población de la NWFP es pastún, etnia que agrupa al 15,9% de los 165 millones de paquistaníes.

Los pastunes nunca reconocieron la Línea Durand, la frontera de 2.430 kilómetros que separa a Pakistán de Afganistán y que los talibanes y Al Qaeda han convertido en uno de los mayores focos de tensión del mundo. Trazada por el Imperio Británico en 1893 después de dos guerras contra Afganistán que acabaron en tablas, la Línea Durand divide a los pastunes: 27 millones en Pakistán (dos millones de refugiados afganos) y 12 millones en Afganistán, donde son el 42% de la población.

El estado de excepción decretado el día 3 por Musharraf es utilizado para bombardear el valle de Suat, donde se han hecho fuertes miembros de Al Qaeda y militantes de la ilegal Alianza para la Imposición de la Ley Islámica (TNSM). La TNSM, dirigida por el clérigo protalibán Fazlulá, prohíbe el urdu, la lengua nacional de Pakistán, y aboga por un Pastunistán independiente gobernado por la ley coránica.

El abogado, que prefiere que no se mencione su apellido, dice que "el honor, la hospitalidad y la sumisión del vencido al vencedor" son otros principios que gobiernan la etnia desde miles de años antes de abrazar el islamismo. Añade que los pastunes son los más democráticos, al menos en lo que se refiere a los varones, -las mujeres no cuentan-, porque sus decisiones se toman por unanimidad del Consejo de Respetables (Loya Yirga).

Este código moral, muy respetado por las tribus, frena el avance de las tropas de Musharraf por las FATA (Áreas Tribales de Administración Federal), zonas en las nunca antes se adentró ni Ejército paquistaní ni el del Imperio británico. Las FATA, con 3,5 millones de habitantes, son históricamente un territorio indómito de guerreros bandoleros y contrabandistas, que cabalgaron entre la civilización persa y la india. Ahora es el caldo de cultivo del integrismo islámico.

Los bombardeos del Ejército exacerbaron el sentimiento de desarraigo y sirvieron sobre todo, según el periodista Shamin ur Rehman, del diario Dawn, para permeabilizar otras áreas de NWFP y de Punjab.

La filtración de grupos armados en la provincia más rica de Pakistán y su eventual intento de desestabilizar Punjab representan uno de los mayores miedos del Gobierno. Esta amenaza de talibanización es la que esgrime Musharraf para defender su puño de hierro contra los militantes. Pero, el Ejército está dominado por los panyabis, igual que la Administración, lo que agrava el malestar de pastunes, baluchis y sindis y alienta las aspiraciones independentistas de sus movimientos nacionalistas.

Continue leyendo el reportaje del diario El País de España

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