El espectro nuclear iraní que atormenta a las cancillerías occidentales también está produciendo reacciones en cadena en Oriente Próximo y Medio. A la sombra de las maniobras de Teherán, una docena de países de la región ha anunciado en los últimos meses planes para dotarse de centrales de energía nuclear, un hecho que los analistas vinculan inequívocamente con la carrera iraní y con la ambición de no perder terreno en el cuadro de las relaciones de fuerza regionales.
Declaraciones y acontecimientos se suceden a gran ritmo. El presidente egipcio, Hosni Mubarak, anunció el lanzamiento de un programa nuclear a finales de octubre. El 9 de noviembre el parlamento turco aprobó la construcción de centrales. El rey de Jordania, Abdalá II, confirmó el 19 de noviembre en una entrevista con Der Spiegel que su país también tiene un programa nuclear. Dos meses antes, el 6 de septiembre, la aviación israelí bombardeó unas instalaciones sirias sospechosas de ser destinadas a abrigar investigación nuclear. Los países del Golfo también están desarrollando planes y contactos.
"Naturalmente no es una coincidencia que tantos países de la región anuncien intenciones nucleares en tan pocos meses", observa en una entrevista telefónica Robert J. Einhorn, experto del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington. "Esto tiene a que ver con Irán, con los equilibrios de fuerzas en la región. Es un intento de enviar señales. A Teherán, desde luego, pero también a Occidente. El mensaje es claro: si no hacéis algo con Irán, va a haber una progresiva nuclearización de la región", dice Einhorn, que fue responsable del sector de no proliferación de armas nucleares del Departamento de Estado de EE UU entre 1999 y 2001.
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