Los líderes israelí y palestino firmaron ayer en Annapolis (Estados Unidos), con el presidente George W. Bush como testigo, un acuerdo para abrir negociaciones que deben conducir a la creación de un Estado palestino independiente antes de finales del próximo año a cambio de una todavía inimaginable paz entre esos dos pueblos y de una aún más inverosímil paz entre Israel y los países del mundo árabe. Se trata de una de esas noticias tan largamente esperadas y tantas veces abortadas que cuesta valorar en su justa dimensión. Pero, ciertamente, aunque lo anunciado ayer en la conferencia de Annapolis sea solamente el comienzo de un camino sin duda repleto de obstáculos, se trata quizá del más importante paso dado hacia la paz en Oriente Próximo en toda la historia.
El presidente Bush, escoltado por el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, leyó la declaración conjunta en la que las dos partes se comprometen a iniciar las negociaciones el día 12 del próximo mes y a crear mecanismos de control de los acuerdos bajo la autoridad del Gobierno de Estados Unidos. En presencia de delegaciones de 44 países, entre ellos los 16 Estados árabes y la propia Liga Árabe, los dirigentes palestinos e israelíes anunciaron que tienen la voluntad de "poner fin al baño de sangre y a los sufrimientos padecidos por décadas" por sus pueblos y "abrir una nueva era de paz basada en la libertad, la seguridad, la justicia, la dignidad, el respeto y el mutuo reconocimiento". "Todos los asuntos que actualmente nos dividen serán tratados, sin excepción", afirma el texto conjunto, que establece un método de trabajo para las conversaciones y prevé reuniones bisemanales entre Olmert y Abbas para avanzar en la solución de esos asuntos, especialmente los relacionados con el regreso de los refugiados palestinos al territorio israelí, el estatus final de la ciudad de Jerusalén o los límites territoriales del nuevo Estado, incluyendo a los actuales asentamientos judíos. Para ello se menciona como marco el acuerdo alcanzado el 30 de abril de 2003 por el llamado Cuarteto (Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas) y conocido como Hoja de Ruta.
Ehud Olmert, Mahmud Abbas y George W. Bush- REUTERS
"Hemos decidido", añade la declaración, "fomentar una cultura de paz y no violencia, hacer frente al terrorismo y a los que lo fomentan, tanto si es cometido por palestinos o por israelíes". Mahmud Abbas confirmó, posteriormente, esa voluntad. "La guerra y el terrorismo pertenecen al pasado", dijo. "Es hora de que afrontemos el futuro juntos, con confianza y esperanza". Ehud Olmert ratificó, por su parte, la plena disposición de su Gobierno de concluir con éxito el proceso que aquí se inicia. "Esta negociación abordará los temas que se nos han resistido durante tanto tiempo", dijo. "Lo haremos de frente, abierta y valientemente. No tengo ninguna duda de que la realidad creada en nuestra región en 1967 [fecha de la guerra en la que Israel se anexionó Cisjordania] cambiará significativamente. Aunque este es un proceso extremadamente difícil para muchos de nosotros, también es inevitable. Lo sé. Gran parte de mi pueblo lo sabe. Estamos listos para ello". Olmert aseguró que estas negociaciones concluirán con el resultado de "dos Estados para dos pueblos". "Un Estado palestino pacífico, viable, fuerte, democrático y libre de terrorismo para el pueblo palestino. Y un Estado de Israel judío, democrático, viviendo en seguridad y libre de la amenaza del terrorismo como hogar nacional del pueblo judío". Este deseo de la aceptación de Israel como "Estado judío" será una de las primeras dificultades que este proceso va a encontrar para ganar el apoyo de los países árabes. Temerosos de que ese concepto pueda encerrar la negativa a aceptar el derecho al regreso de los millones de palestinos actualmente en el exterior, los árabes se resisten a esta pretensión israelí.
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