La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) presentó ayer una acusación formal ante la justicia en la que dice que agentes del gobierno de Hugo Chávez conspiraron para ocultar en la Argentina y en Venezuela que la valija con casi US$ 800.000 decomisada en agosto pasado en el aeroparque metropolitano, en Buenos Aires, al venezolano-norteamericano Guido Alejandro Antonini Wilson estaba destinada a la campaña electoral de Cristina Kirchner. La historia es tan portentosa que si no tuviera tanto asidero en evidencias concretas, parecería irreal: en las semanas posteriores al estallido del escándalo, el ya legendario valijero les tendió una trampa a sus antiguos socios para colaborar con el FBI. El nombre de la flamante presidenta no aparece en los documentos que obtuvo LA NACION. Pero la precisión quedó en boca del fiscal federal adjunto, Tom Mulvihill, en la audiencia que se desarrolló ayer. Dijo que los dólares eran para ayudar “a la campaña de Cristina Kirchner”. De la investigación resulta claro que tan sensible era el entuerto desatado con aquella maleta, que dos ex socios de Antonini, Carlos Kauffmann y Franklin Durán, lo amenazaron: “Tus hijas están en riesgo”. Le advirtieron, además, que autoridades de la Argentina y de Venezuela le harían juicio si decía que los fondos decomisados no le pertenecían.
La conversación tuvo lugar en el restaurante Las Olas (Miami), detalló Mulvihill. En la presentación escrita que hizo el FBI también se alude a Cristina Kirchner y a su campaña como los eventuales receptores de esos fondos. Y al gobierno argentino como el aparente interesado, y también partícipe, en el encubrimiento del caso. Incluso, se relata una reunión celebrada el 27 de agosto en Florida, mientras la entonces candidata presidencial se imponía con comodidad todas las encuestas. Uno de los socios de Antonini, Franklin Durán, le dijo entonces al "valijero": "La revelación del motivo y del receptor del dinero decomisado podría resultar en la pérdida de las elecciones". El escándalo comenzó en la madrugada del 4 de agosto último, pero sólo estalló un día y medio después, cuando el decomiso trascendió a la prensa. Mientras el gobierno argentino retaceaba la información, Antonini viajó a Uruguay y de allí a Estados Unidos. Se instaló en su casa de Key Biscayne, donde habló con LA NACION. También fue abordado por las autoridades norteamericanas, con las que decidió colaborar.
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