No hubo tregua ni acercamiento. No se abrió una mesa de negociación ni se presentaron propuestas para que fueran evaluadas por la otra parte. En vez de un paso atrás, productores rurales y Gobierno, cada uno por su parte, decidieron dar un audaz salto hacia adelante y terminaron colisionando con fuerte eco. Las entidades del campo decidieron no esperar la palabra de la Presidenta, prevista para las seis de la tarde, y anunciaron la extensión de la protesta, con interrupciones en las rutas y suspensión del envío de cereales y ganado al mercado. Fue a las tres y media de la tarde. Casi tres horas después, aproximadamente a las seis y veinte, Cristina Kirchner comenzó a enhebrar un estudiado despliegue de los beneficios recibidos por los productores agrícolas en los últimos cinco años. “En el 2001, 2002 y 2003 vimos los piquetes de los que pedían trabajo, hoy tenemos los piquetes de la abundancia”, refirió. “No me voy a dejar extorsionar”, expuso, antes de advertir que utilizará “todos los instrumentos que la ley, la Constitución y el voto popular me han concedido” para defender el abastecimiento de productos de primera necesidad a todos los argentinos “a precios argentinos”.
La pulseada amenaza convertirse en abierta confrontación, partiendo a la sociedad en dos. A la palabra presidencial le siguió una airada reacción de la dirigencia agropecuaria, que desde diversos puntos de concentración en rutas y pueblos del interior seguía reunida el discurso. También en Capital Federal, ya en horas de la noche, hubo reacciones insospechadas, como cacerolazos de protesta, primero en los barrios en la zona norte de la ciudad, que luego se extendió a Once, Caballito, Belgrano, Almagro, Plaza de Mayo y el Obelisco.
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La pulseada amenaza convertirse en abierta confrontación, partiendo a la sociedad en dos. A la palabra presidencial le siguió una airada reacción de la dirigencia agropecuaria, que desde diversos puntos de concentración en rutas y pueblos del interior seguía reunida el discurso. También en Capital Federal, ya en horas de la noche, hubo reacciones insospechadas, como cacerolazos de protesta, primero en los barrios en la zona norte de la ciudad, que luego se extendió a Once, Caballito, Belgrano, Almagro, Plaza de Mayo y el Obelisco.
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