sábado, marzo 29, 2008

La cumbre de Damasco, al borde del fracaso debido a las divisiones árabes

En Damasco no cabe duda de que este sábado está convocada una cita de alto nivel. La presencia de policías y funcionarios acreditados -vestidos impecablemente- es abrumadora y masiva; muchas calles están cortadas y, con demasiada frecuencia, el paso de los convoyes oficiales deja atrapada a la población en atascos interminables. Pero para buena parte del mundo árabe, la cumbre anual de la Liga Arabe que hospeda Siria este año podría no celebrarse. Sólo 10 jefes de Estado de los 22 países árabes participarán en una reunión organizada para los máximos dirigentes gracias a las presiones externas.

El origen está en la crisis libanesa, en la división creciente entre chiíes y suníes y la intromisión norteamericana. En Líbano, sin presidente por las diferencias irreconciliables entre la mayoría antisiria en el poder –apoyada por EEUU, Francia y sus socios árabes Arabia Saudí y Egipto- y la oposición liderada por Hizbulá -apoyada por Damasco y Teherán-, la crisis parece irresoluble. Ambos bandos están armados y comienzan a sustituir argumentos por balas, despertando el fantasma de la guerra civil.

El Gobierno de las 'Fuerzas del 14 de Marzo' acusa a Siria de bloquear la elección del nuevo presidente –como le acusa de estar tras los atentados que comenzaron con el magnicidio del ex primer ministro Rafic Hariri en 2005- y boicotea la cumbre no enviando a ningún representante, una decisión adoptada después de que Arabia Saudí, principal aliado norteamericano, anunciara que ningunearía el encuentro enviando a su delegado en la Liga, un oficial de bajo rango.

Crece el boicot
Las posturas saudí y libanesa resultaron determinantes para que otros países se sumaran al boicot: El rey jordano Abdala II ha enviado también a su representante ante la institución, mientras que Hosni Mubarak será representado por el ministro de Asuntos Parlamentarios. Otros se han caído de la lista por otras razones: El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, ha cancelado su viaje para tratar de contener la rebelión del clérigo chií Múqtada al Sadr, mientras que el presidente yemení ha enviado a última hora a su número dos. Así pues, la cumbre ha consagrado la crisis libanesa como un problema regional que, según Damasco, podría haber encontrado solución si hubiese voluntad de los implicados.


El presidente sirio Bashar Assad saluda al presidente tunecino Zine el Abdine. (Foto: EFE

En la reunión preparatoria de ministros de Exteriores que acabó el viernes, el sirio Walid Muallem solicitó compromisos. "El esfuerzo debe venir desde todas las partes árabes que tengan amistad e influencia en el Líbano. Señalo especialmente a Arabia Sauí, que tiene una gran influencia en la mayoría", afirmó. "Siria quiere un Líbano estable y soberano. Cualquiera que piense lo contrario se equivoca. Somos los primeros en quedar perjudicados por el empeoramiento de la situación en el Libano y seremos los primeros en beneficiarnos de su estabilidad", sentenció.

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