Cuando apenas llevaba un día y medio en poder de los guerrilleros, Íngrid Betancourt ya estaba pensando cómo iba a escaparse del secuestro. El primer intento lo hizo 40 días después: se lanzó a la jungla, estuvo cuatro días -con Clara Rojas- tratando de descifrar sus misterios y en una noche de aquellas tan oscuras en las que no sirve de nada abrir los ojos, casi pierden la vida. Pero el fracaso no la amilanó. Por el contrario, y con la misma tenacidad que el país le reconoce, convencida como es de que puede cambiar las cosas, volvió a intentarlo tres veces más.
Esa firmeza y esa convicción son elocuentes porque más allá de demostrar la obstinación de esta bogotana de 46 años, deja en evidencia una de esas crueles paradojas de la vida: ninguno de los otros políticos secuestrados con ella hizo tantos esfuerzos para librarse del cautiverio y, ahora, mientras muchos de ellos gozan la libertad, la vida de Íngrid parece estar apagándose, secuestrada, en algún rincón inhóspito de la interminable selva amazónica.
En esta semana se han disparado, como nunca antes en los seis años y 36 días que la ex candidata presidencial lleva en poder de las Farc, las alarmas sobre el desenlace de su vida. El domingo, el Diario del Huila (en la zona de influencia de la guerrilla) abrió su primera página con la noticia de que la ex candidata estaría muerta. Decía que "habría fallecido en un centro asistencial de San Vicente del Caguán o San José de la Fragua" en Caquetá, límites con Putumayo, por una hepatitis C.
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Esa firmeza y esa convicción son elocuentes porque más allá de demostrar la obstinación de esta bogotana de 46 años, deja en evidencia una de esas crueles paradojas de la vida: ninguno de los otros políticos secuestrados con ella hizo tantos esfuerzos para librarse del cautiverio y, ahora, mientras muchos de ellos gozan la libertad, la vida de Íngrid parece estar apagándose, secuestrada, en algún rincón inhóspito de la interminable selva amazónica.
En esta semana se han disparado, como nunca antes en los seis años y 36 días que la ex candidata presidencial lleva en poder de las Farc, las alarmas sobre el desenlace de su vida. El domingo, el Diario del Huila (en la zona de influencia de la guerrilla) abrió su primera página con la noticia de que la ex candidata estaría muerta. Decía que "habría fallecido en un centro asistencial de San Vicente del Caguán o San José de la Fragua" en Caquetá, límites con Putumayo, por una hepatitis C.
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