La primera visita oficial a Ecuador de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, ha supuesto un impulso a la integración de una América Latina, que, a juicio del presidente Rafael Correa, busca alejarse de la "dependencia y la sumisión".
Esa nueva fase, dijo el mandatario ecuatoriano ante su colega argentina en un acto celebrado en el palacio presidencial, en Quito, está orientada a crear un nuevo esquema financiero regional, y en su interior el Banco del Sur "como corazón de una red de bancos de desarrollo reorientados hacia un esquema alternativo".
Además, la articulación de Bancos Centrales en torno a las tareas de la estabilización y la reducción de las asimetrías estructurales, con el Fondo del Sur como eje central; y la convergencia hacia un esquema monetario común.
Para Correa, "no hay ningún impedimento técnico ni financiero para lograr estos objetivos. Se trata sólo de decisión política, visión histórica y de superar las trampas institucionales que heredamos de la larga y triste noche neoliberal".
Auguró "un nuevo orden mundial sin capataces ni amos; un escenario de relaciones internacionales donde la solidaridad se imponga a la falsa competencia entre naciones, que lo único que ha hecho es fracturar los ideales de unidad (...) y fijar relaciones perversas, en las que el dominio ha sido del mercado y no de los seres humanos". "No asistimos a las vergonzosas páginas de dependencia y sumisión, sino a los albores de una nueva historia, marcada por la solidaridad continental. Es una alianza entre pueblos", indicó.
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Esa nueva fase, dijo el mandatario ecuatoriano ante su colega argentina en un acto celebrado en el palacio presidencial, en Quito, está orientada a crear un nuevo esquema financiero regional, y en su interior el Banco del Sur "como corazón de una red de bancos de desarrollo reorientados hacia un esquema alternativo".
Además, la articulación de Bancos Centrales en torno a las tareas de la estabilización y la reducción de las asimetrías estructurales, con el Fondo del Sur como eje central; y la convergencia hacia un esquema monetario común.
Para Correa, "no hay ningún impedimento técnico ni financiero para lograr estos objetivos. Se trata sólo de decisión política, visión histórica y de superar las trampas institucionales que heredamos de la larga y triste noche neoliberal".
Auguró "un nuevo orden mundial sin capataces ni amos; un escenario de relaciones internacionales donde la solidaridad se imponga a la falsa competencia entre naciones, que lo único que ha hecho es fracturar los ideales de unidad (...) y fijar relaciones perversas, en las que el dominio ha sido del mercado y no de los seres humanos". "No asistimos a las vergonzosas páginas de dependencia y sumisión, sino a los albores de una nueva historia, marcada por la solidaridad continental. Es una alianza entre pueblos", indicó.
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