Un agudo estudioso de la realidad peruana le ha planteado a la oposición la construcción de una agenda nacional basada en por lo menos tres tareas: la pobreza crítica, la educación y la reforma política, como parte de lo que, a nuestro juicio, sería el eje básico sobre el que debería girar el quehacer central del país en los próximos dos años y medio.
En efecto, Martín Tanaka cree, según un artículo suyo publicado en "Perú.21", que este es el tipo de agenda que la oposición debería proponerle al país.
Osada provocación la de Tanaka, de cara a una oposición dispersa, inconsistente y errática. Pero provocación válida al fin, pues tiene que haber hincado algunos de los nervios centrales de esa oposición, a la que prácticamente el sociólogo le está brindando la oportunidad de sostenerse en algo, ya que no puede hacerlo en sus estructuras partidarias y menos en sus bases desconectadas de la realidad nacional.
El problema es que cualquier agenda que se proponga desde un solo lado será la agenda de alguien, como podría ser de la oposición, pero no la agenda que en verdad se quiere: la nacional. Para lo que naturalmente haría falta el compromiso del Gobierno con ella y del Acuerdo Nacional.
Ni la pobreza crítica ni la educación ni la reforma política (esta última para llegar al 2011 con una representación mejor que la actual) podrán abordarse como políticas de mediano y largo plazos sin una concertación de gobernantes y gobernados acerca de lo que ciertamente queremos y buscamos alcanzar.
En efecto, Martín Tanaka cree, según un artículo suyo publicado en "Perú.21", que este es el tipo de agenda que la oposición debería proponerle al país.
Osada provocación la de Tanaka, de cara a una oposición dispersa, inconsistente y errática. Pero provocación válida al fin, pues tiene que haber hincado algunos de los nervios centrales de esa oposición, a la que prácticamente el sociólogo le está brindando la oportunidad de sostenerse en algo, ya que no puede hacerlo en sus estructuras partidarias y menos en sus bases desconectadas de la realidad nacional.
El problema es que cualquier agenda que se proponga desde un solo lado será la agenda de alguien, como podría ser de la oposición, pero no la agenda que en verdad se quiere: la nacional. Para lo que naturalmente haría falta el compromiso del Gobierno con ella y del Acuerdo Nacional.
Ni la pobreza crítica ni la educación ni la reforma política (esta última para llegar al 2011 con una representación mejor que la actual) podrán abordarse como políticas de mediano y largo plazos sin una concertación de gobernantes y gobernados acerca de lo que ciertamente queremos y buscamos alcanzar.
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