Como si fuera el guión de la mejor película de acción, el Ejército planeó este audaz golpe y copió ideas ingeniosas del enemigo para hacer su rescate. Desde fines del año pasado, empezó a aplicar una nueva estrategia de “cerco humanitario”, que consistía en acercárseles todo lo posible a los secuestrados, tanto físicamente como con instrumentos de inteligencia y comunicaciones.
La primera pista se la dieron la guerrilla al Ejército, aún sin proponérselo, al haber grabado las pruebas de superviviencia, que fueron incautadas por el gobierno en noviembre del año pasado. Con esas pruebas en mano, los expertos de inteligencia militar pudieron estudiar dónde estaban los secuestrados, cómo era su entorno y empezaron a seguirles la pista.
Por el camino también tomaron la decisión de que era más fácil negociar con los guerrilleros encargados directamente de cuidar a los secuestrados que con los jefes de las FARC. Así tomaron contacto con alias “César” y quizás también con otro guerrillero de su frente.
Al mismo tiempo, según información de inteligencia, el apoyo de la tecnología y el know how israelí fue fundamental para realizar este trabajo de espionaje electrónico. Mes a mes siguieron los pasos de captores y cautivos y llegaron incluso a verlos mediante espionaje satelital.
Hace como tres semanas cuando ya tenían ubicados a Ingrid y a los estadounidenses, empezaron a pensar cómo realizaban el rescate con cero riesgo. Las experiencias anteriores no habían sido felices y esta vez no podían fallar. Entonces, según contó una fuente de inteligencia, fue cuando se les ocurrió inspirarse en la operación más sofisticada que jamás había hecho la guerrilla. Fue la trampa que les tendieron las FARC a los diputados de la Asamblea del Valle. Les hicieron creer que eran la autoridad y los estaban salvando de una situación de riesgo en el palacio de la Asamblea en pleno centro de Cali. Todos los funcionarios se subieron al bus sin oponer la menor resistencia y salieron de la ciudad. En realidad eran los guerrilleros que estaban secuestrándolos.
Con esto en mente se inició la fase final de la Operación Jaque.
Como los secuestrados estaban separados en tres grupos aislados, a través de la infiltración de las comunicaciones del Secretariado, se logró convencer a alias “Cesar”, de que era necesario reunirlos a todos en un solo sitio para así poder trasladarlos juntos al sur del país. Allí quedarían, supuestamente, a órdenes de Alfonso Cano, máximo comandante de las FARC tras la muerte de Manuel Marulanda.
De esta manera se coordinó con “Cesar” para que los secuestrados fueran llevados a un lugar sobre el río Apaporis, entre Guaviare y Vaupés, donde serían recogidos por un helicóptero contratado.
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La primera pista se la dieron la guerrilla al Ejército, aún sin proponérselo, al haber grabado las pruebas de superviviencia, que fueron incautadas por el gobierno en noviembre del año pasado. Con esas pruebas en mano, los expertos de inteligencia militar pudieron estudiar dónde estaban los secuestrados, cómo era su entorno y empezaron a seguirles la pista.
Por el camino también tomaron la decisión de que era más fácil negociar con los guerrilleros encargados directamente de cuidar a los secuestrados que con los jefes de las FARC. Así tomaron contacto con alias “César” y quizás también con otro guerrillero de su frente.
Al mismo tiempo, según información de inteligencia, el apoyo de la tecnología y el know how israelí fue fundamental para realizar este trabajo de espionaje electrónico. Mes a mes siguieron los pasos de captores y cautivos y llegaron incluso a verlos mediante espionaje satelital.
Hace como tres semanas cuando ya tenían ubicados a Ingrid y a los estadounidenses, empezaron a pensar cómo realizaban el rescate con cero riesgo. Las experiencias anteriores no habían sido felices y esta vez no podían fallar. Entonces, según contó una fuente de inteligencia, fue cuando se les ocurrió inspirarse en la operación más sofisticada que jamás había hecho la guerrilla. Fue la trampa que les tendieron las FARC a los diputados de la Asamblea del Valle. Les hicieron creer que eran la autoridad y los estaban salvando de una situación de riesgo en el palacio de la Asamblea en pleno centro de Cali. Todos los funcionarios se subieron al bus sin oponer la menor resistencia y salieron de la ciudad. En realidad eran los guerrilleros que estaban secuestrándolos.
Con esto en mente se inició la fase final de la Operación Jaque.
Como los secuestrados estaban separados en tres grupos aislados, a través de la infiltración de las comunicaciones del Secretariado, se logró convencer a alias “Cesar”, de que era necesario reunirlos a todos en un solo sitio para así poder trasladarlos juntos al sur del país. Allí quedarían, supuestamente, a órdenes de Alfonso Cano, máximo comandante de las FARC tras la muerte de Manuel Marulanda.
De esta manera se coordinó con “Cesar” para que los secuestrados fueran llevados a un lugar sobre el río Apaporis, entre Guaviare y Vaupés, donde serían recogidos por un helicóptero contratado.
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