martes, noviembre 11, 2008

La transición de Michelle a primera dama

.- Se la ha comparado con Jacqueline Kennedy, tiene tanto poder como Hillary Rodham Clinton y ha elogiado la actitud serena y racional de Laura Bush. Entonces ¿qué clase de primera dama será Michelle Obama?

Tal vez sea demasiado pronto para saberlo. Probablemente ella misma aún esté intentando imaginarlo. Pero hay algo seguro. Será una primera dama como Estados Unidos no ha visto en muchas décadas: la madre de niños pequeños. Desde 1977, cuando Amy Carter, de 9 años, se mudó a la Casa Blanca, no ha habido niños en la residencia.

Barack Obama ha dicho que su esposa es una de sus asesoras más importantes, y es casi seguro que seguirá siéndolo en la Casa Blanca, tal como lo han sido algunas primeras damas antes que ella. El la describió como "la roca" de la familia, y declaró a la revista Newsweek que su esposa tenía "poder para vetar" su decisión de ser candidato a la presidencia.

Abogada de profesión, Michelle fue administradora en el Centro Médico de la Universidad de Chicago antes de pedir licencia para ayudar a su esposo.

Los asesores de Obama han declarado públicamente que Michelle no tiene interés en tomar decisiones políticas ni en reservarse un lugar en la junta de asesores estratégicos de su esposo. Prefiere, al menos por ahora, concentrarse en facilitar la transición para sus hijas: Malia, de diez años, y Sasha, de 7. Tendrá que trasladarlas a un nuevo colegio y ayudarlas a que se adapten a su nuevo estilo de vida. "En realidad, mi primera tarea es seguir siendo mamá-en-jefe", le dijo Michelle a la revista Ebony.

Valerie Jarrett, una vieja amiga de la familia que trabaja en el equipo de transición del presidente electo, dijo el domingo en una entrevista: "Tener un lugar en la mesa estratégica y ser copresidente no es algo que le interese a Michelle". Los comentarios de Jarrett pueden interpretarse como un esfuerzo por darle un perfil más bajo, despojarla del papel de asesora y presentarla como una primera dama más convencional, posiblemente para evitar el error que cometieron los Clinton.

Hillary Clinton, que era una abogada de mucho poder y una defensora de los niños antes de que su esposo llegara a la Casa Blanca, aceptó desde el principio de la presidencia de su esposo la tarea de reformar el sistema de salud de la nación. Fracasó, lo que perjudicó tanto a su esposo como a sí misma.

Laura Bush se tomó las cosas con calma, pero en los últimos ocho años empezó a sentirse cada vez más cómoda con su plataforma pública y con su capacidad de hablar sobre los problemas del país. Defendió los derechos de las mujeres de Afganistán, intervino en alguno de los programas radiales semanales de su esposo y se pronunció en contra de la represión de los activistas pro democracia en Myanmar (ex Birmania). También viajó por Europa, Medio Oriente y Africa por su propia cuenta.

Las comparaciones con Jacqueline Kennedy se han referido sobre todo a su estilo y a la moda. Es posible que Michelle marque tendencias, aunque sea a pesar de sí misma. Un vestido blanco y negro sin mangas, que usó en el programa de televisión The View, desapareció rápidamente de los negocios.




Su manera de enfocar los problemas podría verse como serena y racional, al igual que ocurre con su esposo? y con Laura Bush. La primera dama defendió a Michelle Obama este año, después de que los republicanos la criticaron por decir que por primera vez en su vida adulta se sentía orgullosa de su país. Laura Bush dijo que los comentarios hechos en el calor de una campaña siempre eran cuidadosamente registrados y malentendidos. Michelle le respondió que se sentía emocionada por ese comentario, y reveló que le había enviado una nota de agradecimiento a Laura Bush.

Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires

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