¿Por qué Israel ha lanzado ahora su ofensiva más devastadora contra la Franja de Gaza desde que la ocupó en 1967 tras la guerra de los Seis Dias? ¿Por qué ha iniciado una mortífera campaña militar que se puede extender en varios frentes como en el norte con el grupo chii Hizbulá y en Cisjordania donde se encienden a fuego lento los enfrentamientos, enterrando las negociaciones con el presidente palestino, Abu Mazen y los contactos indirectos con Siria?
Aunque el sueño del Gobierno israelí es la total desaparición del regimen del grupo islamista Hamas en Gaza -que lo ve como "una prolongación de Irán a pocos metros de la frontera"- las bombas de hoy no buscan inicialmente ese objetivo. Tras afirmar de forma arrogante en la guerra del 2006 en el Líbano que "los dos objetivos son devolver a los soldados secuestrados y acabar con el grupo Hizbulá", el primer ministro Ehud Olmert no habla ahora de "acabar con Hamas".
"Tras ocho años sufriendo ataques constantes de cohetes y misiles contra el sur del país, no hemos tenido más remedio que actuar para cambiar la situación de forma radical. Solo un golpe tan duro como este puede hacerles ver a Hamas que no les conviene atacarnos como sucedió con Hizbulá en la guerra del 2006", dice el ministro israelí Beniamin Ben Eliezer.
Aunque lo que es "tan duro" en palabras de un ministro en Jerusalén se convierte en "aplastante" en la cabina de un avión F-16 y en "una matanza" en las calles de Gaza. En otras palabras, la misión es que Hamas vea que "Israel se ha vuelto loco" y como en el Líbano puede provocar mucha destrucción en la ya bloqueada Franja de Gaza. Hasta que la comunidad internacional cocine una tregua. Y, ya saben, estamos en Navidades con todos los lideres de vacaciones.
Una "locura" que no hubiera sido posible sin el consentimiento de Estados Unidos y el silencio de algunos países árabes. "Se merecen un buen golpe", dijo hace una semana el todopoderoso general egipcio Omar Suleiman a sus homólogos israelíes.
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Aunque el sueño del Gobierno israelí es la total desaparición del regimen del grupo islamista Hamas en Gaza -que lo ve como "una prolongación de Irán a pocos metros de la frontera"- las bombas de hoy no buscan inicialmente ese objetivo. Tras afirmar de forma arrogante en la guerra del 2006 en el Líbano que "los dos objetivos son devolver a los soldados secuestrados y acabar con el grupo Hizbulá", el primer ministro Ehud Olmert no habla ahora de "acabar con Hamas".
"Tras ocho años sufriendo ataques constantes de cohetes y misiles contra el sur del país, no hemos tenido más remedio que actuar para cambiar la situación de forma radical. Solo un golpe tan duro como este puede hacerles ver a Hamas que no les conviene atacarnos como sucedió con Hizbulá en la guerra del 2006", dice el ministro israelí Beniamin Ben Eliezer.
Aunque lo que es "tan duro" en palabras de un ministro en Jerusalén se convierte en "aplastante" en la cabina de un avión F-16 y en "una matanza" en las calles de Gaza. En otras palabras, la misión es que Hamas vea que "Israel se ha vuelto loco" y como en el Líbano puede provocar mucha destrucción en la ya bloqueada Franja de Gaza. Hasta que la comunidad internacional cocine una tregua. Y, ya saben, estamos en Navidades con todos los lideres de vacaciones.
Una "locura" que no hubiera sido posible sin el consentimiento de Estados Unidos y el silencio de algunos países árabes. "Se merecen un buen golpe", dijo hace una semana el todopoderoso general egipcio Omar Suleiman a sus homólogos israelíes.
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