Después de una jornada en la que los bolivianos expresamos ayer nuestra voluntad democrática, ha llegado el momento de las evaluaciones. Y al hacerlo, más allá de cuán satisfactorios hayan sido los resultados para las expectativas de unos y otros, hay un hecho que debe ser destacado por encima de cualquier otra consideración. Es que la democracia boliviana ha dado una muestra más de vitalidad y esa es suficiente base para seguir viendo con esperanzas el futuro de nuestro país.
El pueblo boliviano, dando una muestra más de una cultura cívica en muchos aspectos muy superior a la de sus líderes políticos, se ha pronunciado y ha dado a través de su voto un muy elocuente mensaje a sus conductores.
Ahora, una vez más, la mayor responsabilidad está en manos de los líderes políticos, lo que en este caso incluye a muchos cívicos, de cuya sensatez y sabiduría al momento de interpretar los resultados arrojados por las urnas depende que se pongan a la altura del pueblo cuyo destino tienen ahora en sus manos.
La misión que los gobernantes y los dirigentes de la oposición es enorme y se distribuye equitativamente entre ambos. Los gobernantes, porque aunque lograron un triunfo aritmético, quedaron muy lejos de sus expectativas iniciales. Y si bien es incuestionable que ganaron en la suma total de votos, no es menos cierto e importante que casi la mitad del país manifestó también de manera elocuente su rechazo a un proyecto de país que no será viable si desconoce su voluntad.
La oposición, por su parte, debe reconocer que aún está lejos de merecer un rol que no sea el de continuar defendiendo sus intereses, sus valores, principios y convicciones, siempre en el terreno democrático. La democracia le dio todos los medios necesarios para hacer prevalecer sus puntos de vista y, si no lo logró, es porque sin duda tiene todavía un largo camino por recorrer. El hecho de que la democracia haya salido indemne de la difícil prueba a la que fue sometida, da suficiente base para que por ese mismo camino persevere en sus esfuerzos para ir construyendo un proyecto de país alternativo al que el MAS propone. Por ahora, cuando todavía están calientes los ánimos, es difícil esperar que las reacciones ante los resultados de ayer tengan la serenidad que es de esperar. Las primeras manifestaciones, como el triunfalista discurso presidencial, y los de algunos dirigentes opositores, no parecen dar señales muy alentadoras. Sin embargo, cabe aún confiar en que la inteligencia política se impondrá de modo que el mensaje dado por las urnas no dé lugar a mayores enfrentamientos sino a comprender la urgente necesidad de retornar al camino, sin duda todavía largo y difícil, que conduzca a una concertación.
Fuente: Editorial del diario Los Tiempos de Cochabamba, Bolivia
El pueblo boliviano, dando una muestra más de una cultura cívica en muchos aspectos muy superior a la de sus líderes políticos, se ha pronunciado y ha dado a través de su voto un muy elocuente mensaje a sus conductores.
Ahora, una vez más, la mayor responsabilidad está en manos de los líderes políticos, lo que en este caso incluye a muchos cívicos, de cuya sensatez y sabiduría al momento de interpretar los resultados arrojados por las urnas depende que se pongan a la altura del pueblo cuyo destino tienen ahora en sus manos.
La misión que los gobernantes y los dirigentes de la oposición es enorme y se distribuye equitativamente entre ambos. Los gobernantes, porque aunque lograron un triunfo aritmético, quedaron muy lejos de sus expectativas iniciales. Y si bien es incuestionable que ganaron en la suma total de votos, no es menos cierto e importante que casi la mitad del país manifestó también de manera elocuente su rechazo a un proyecto de país que no será viable si desconoce su voluntad.
La oposición, por su parte, debe reconocer que aún está lejos de merecer un rol que no sea el de continuar defendiendo sus intereses, sus valores, principios y convicciones, siempre en el terreno democrático. La democracia le dio todos los medios necesarios para hacer prevalecer sus puntos de vista y, si no lo logró, es porque sin duda tiene todavía un largo camino por recorrer. El hecho de que la democracia haya salido indemne de la difícil prueba a la que fue sometida, da suficiente base para que por ese mismo camino persevere en sus esfuerzos para ir construyendo un proyecto de país alternativo al que el MAS propone. Por ahora, cuando todavía están calientes los ánimos, es difícil esperar que las reacciones ante los resultados de ayer tengan la serenidad que es de esperar. Las primeras manifestaciones, como el triunfalista discurso presidencial, y los de algunos dirigentes opositores, no parecen dar señales muy alentadoras. Sin embargo, cabe aún confiar en que la inteligencia política se impondrá de modo que el mensaje dado por las urnas no dé lugar a mayores enfrentamientos sino a comprender la urgente necesidad de retornar al camino, sin duda todavía largo y difícil, que conduzca a una concertación.
Fuente: Editorial del diario Los Tiempos de Cochabamba, Bolivia
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