No lleva ni 24 horas en el poder , pero el nuevo presidente de EE UU, Barack Obama, ya ha tomado sus primeras decisiones. Y marcan una diferencia fundamental con su antecesor, George W. Bush, ya que van encaminadas al cierre de Guantánamo, que ya anunció hace tiempo. Obama ha ordenado la suspensión temporal, 120 días, de los procesos abiertos a los presos del controvertido penal mientras la nueva Administración "revisa" los procesos allí emprendidos.
Obama ha ordenado a los fiscales de los tribunales especiales que pidan una suspensión de 120 días en todos los casos pendientes de juicio, por lo que los jueces tomarán hoy la decisión de dejar en suspenso los juicios. Son 21 los que están en marcha en este momento en la base naval de Guantánamo, ubicada en Cuba. En cinco de los casos, los prisioneros, acusados de planear los atentados del 11-S, se enfrentan a la pena de muerte. En el escrito de petición de los fiscales se puede leer que reclaman la suspensión "en interés de la justicia". El nuevo presidente afirmó ayer en Washington de Washignton en el discurso de su investidura que EE UU no podía elegir entre su "seguridad" y sus "ideales".
La decisión de Obama, transmitida por el Secretario de Defensa, Robert Gates a los fiscales, dice: "Para dar al nuevo presidente y a su administración tiempo para revisar los procesos de las Comisiones Militares en general, y los casos pendientes ante estas Comisiones, en particular, el secretario de Defensa, por orden del presidente, ha ordenado al fiscal jefe pedir la suspensión de 120 días de todos los casos pendientes". La orden busca, según reza el documento, "otorgar a la nueva Administración el tiempo suficiente para reexaminar los dosieres de los detenidos actualmente en Guantánamo que no hayan sido declarados como liberables o transferibles". Por la base naval de Guantánamo han pasado más de 700 detenidos, aunque ahora quedan unos 250. Muchos han sido devueltos a sus países y ahora se especula con el futuro de los que quedan. Algunos países europeos se han ofrecido para hacerse cargo de los que no son "liberables" o no pueden ser devueltos porque en su país podría esperarles destinos trágicos.
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