El propósito declarado de Israel con la incursión en Gaza de "asestar un duro golpe" al movimiento de resistencia islámico Hamás para minimizar el lanzamiento de cohetes Qassam desde la franja contra las ciudades israelíes no es aún una realidad firme. El pasado 17 de enero, Tel Aviv declaró unilateralmente el alto el fuego, después de 23 días de bombardeos, al considerar cumplidos los objetivos de la Operación Plomo Fundido, en la medida en que "los disparos de cohetes" se habían reducido y "numerosos túneles empleados para el contrabando de armas fueron destruidos". Sin embargo, el "duro golpe" que pretendía debilitar y desgastar al movimiento islámico "ha reforzado su imagen" y le ha otorgado "réditos positivos", afirma Eduard Soler i Lecha, coordinador del Programa Mediterráneo y Oriente Medio de la Fundación CIDOB.
"Hamás se ha convertido a ojos de muchos palestinos y de una parte importante de la sociedad árabe en víctima y resistente de los ataques israelíes", explica Soler, que reconoce además en el movimiento el éxito de haber mejorado su posición ante la comunidad internacional: "Los líderes mundiales difícilmente podrían no avalar a Hamás si decide entrar en el juego político y acceder a un Gobierno de unidad nacional, con un perfil más técnico y menos politizado".
La ofensiva, que ha costado la vida a más de 1.300 palestinos y a 10 israelíes, cuenta, al menos en la batalla mediática, con otro ganador posible: la causa palestina. "Sensibilizó al mundo entero como pocas veces antes se había visto", sostiene Yasser Morad, embajador de Egipto en España. Según el representante diplomático del país árabe que lideró la mediación entre las partes, el movimiento civil que ha salido a las calles para exigir el fin de la ocupación obligará a los Gobiernos a reflexionar sobre la magnitud de lo que ha ocurrido en Gaza.
La primera reflexión en la que coinciden la mayoría de analistas es en la necesidad de incluir a Hamás en el proceso de paz. "Un acuerdo entre Fatah y Hamás sería el escenario deseable como primer paso para superar la crisis de Gaza", señala Eduard Soler. Y es que la ausencia de Hamás en cualquier intento de construir un futuro en paz para Gaza y Cisjordania conduciría al fracaso porque "excluiría a gran parte del pueblo palestino, que les apoyó en las urnas en 2006 en su condición de gobernantes y no como movimiento religioso", subraya Eisa Alsoweis, ex vicepresidente de la Asociación Hispano-Palestina Jerusalén.
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