La efectiva prosa de Barack Obama surtió efecto. Ayer, los sondeos decían que su popularidad había subido y se mantenía por arriba del 70% luego del discurso ante el Congreso en el que aseguró que Estados Unidos no sólo superará sino que "emergerá más fuerte" de la negra depresión económica y confusión de rumbo en que ha caído. Cincuenta y dos minutos de prosa impecable, aplaudida no sólo por legisladores del oficialismo demócrata, sino también por los de la oposición republicana. Y, más que eso, hasta hubo algún republicano que, atrapado por aquello del "momento histórico" no sólo estrechó la mano de Obama, sino que hasta le pidió su autógrafo.
Otros, más fríos, siguieron, como si nada, dándole al Blackberry mientras el presidente hablaba, tal vez ignorantes de que ése es, también, un modo de acercarse a Obama, el presidente cibernético. Pero, en lo que ya parece una costumbre, la verdadera indiferencia -o, más que ella, el escepticismo- ante las palabras presidenciales volvió a reflejarse en mercados e inversores, que reaccionaron con mucha cautela y dudas ante "el momento inspirador" que, para los principales medios, fue capaz de generar el presidente.
"Obama estuvo a la altura de las circunstancias", dijo The New York Times . "Ha sido un discurso excelente y muy efectivo", coincidió el senador republicano John Mc Cain, el derrotado rival del presidente en la carrera por la Casa Blanca.
"Es un discurso que puede equipararse con algunos de Franklin D. Roosevelt y John Fitzgerald Kennedy, con un toque de Winston Churchill", apuntó el conservador The New York Post .
Pero -como reflejo de los mundos distintos que son- la voz de Wall Street nada tuvo que ver con eso. La Bolsa operó en baja, en medio de una creciente ansiedad por el futuro del sector bancario y el comportamiento del mercado de la vivienda, que no para de bajar. "Hubo una pequeña recuperación sobre el final, pero fue más que nada debido a una suba en los precios del crudo", coincidieron analistas.
Algo parecido se vio en los mercados europeos, donde el esperanzador optimismo de Obama no pudo contrarrestar la caída de los principales indicadores.
Entre analistas de mercado, el escepticismo fue aún más evidente. "Fue un buen discurso. La visión a largo plazo fue clara y bien articulada. Pero? ¿cómo evitamos una década de largo declive económico?", fue el baldazo de agua fría que, desde las páginas de The New Republic , escribió Simon Johnson, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional. (FMI).
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Otros, más fríos, siguieron, como si nada, dándole al Blackberry mientras el presidente hablaba, tal vez ignorantes de que ése es, también, un modo de acercarse a Obama, el presidente cibernético. Pero, en lo que ya parece una costumbre, la verdadera indiferencia -o, más que ella, el escepticismo- ante las palabras presidenciales volvió a reflejarse en mercados e inversores, que reaccionaron con mucha cautela y dudas ante "el momento inspirador" que, para los principales medios, fue capaz de generar el presidente.
"Obama estuvo a la altura de las circunstancias", dijo The New York Times . "Ha sido un discurso excelente y muy efectivo", coincidió el senador republicano John Mc Cain, el derrotado rival del presidente en la carrera por la Casa Blanca.
"Es un discurso que puede equipararse con algunos de Franklin D. Roosevelt y John Fitzgerald Kennedy, con un toque de Winston Churchill", apuntó el conservador The New York Post .
Pero -como reflejo de los mundos distintos que son- la voz de Wall Street nada tuvo que ver con eso. La Bolsa operó en baja, en medio de una creciente ansiedad por el futuro del sector bancario y el comportamiento del mercado de la vivienda, que no para de bajar. "Hubo una pequeña recuperación sobre el final, pero fue más que nada debido a una suba en los precios del crudo", coincidieron analistas.
Algo parecido se vio en los mercados europeos, donde el esperanzador optimismo de Obama no pudo contrarrestar la caída de los principales indicadores.
Entre analistas de mercado, el escepticismo fue aún más evidente. "Fue un buen discurso. La visión a largo plazo fue clara y bien articulada. Pero? ¿cómo evitamos una década de largo declive económico?", fue el baldazo de agua fría que, desde las páginas de The New Republic , escribió Simon Johnson, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional. (FMI).
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