El nuevo telescopio de la NASA, Kepler, observará durante tres años y medio incansablemente la misma región del cielo. Lo hará desde el espacio para no sufrir los inconvenientes del día y la noche terrestres. Su objetivo es buscar planetas rocosos fuera del Sistema Solar que sean similares en tamaño a la Tierra y que estén en el entorno idóneo para la vida alrededor de otras estrellas.
El nuevo telescopio de la NASA, Kepler, observará durante tres años y medio incansablemente la misma región del cielo. Lo hará desde el espacio para no sufrir los inconvenientes del día y la noche terrestres. Su objetivo es buscar planetas rocosos fuera del Sistema Solar que sean similares en tamaño a la Tierra y que además estén en el entorno más idóneo para la vida alrededor de otras estrellas. El observatorio se concentrará en la región del Cisne, en la que buscará tierras alrededor de unas 100.000 estrellas.
Para el 5 de marzo está previsto el lanzamiento del Kepler, que se situará en una órbita bastante poco común, prácticamente la misma que la de la Tierra, a la que seguirá y de la que se separará progresivamente.
Desde que en 1995 el equipo suizo formado por Michel Mayor y Didier Queloz descubrieron el primer planeta fuera de nuestro Sistema Solar, convirtiendo en hecho lo que no eran hasta entonces sino hipótesis, se han detectado unos 340 cuerpos de este tipo. Sin embargo, la mayoría son tan grandes como Júpiter y además están en órbitas tan cercanas a la estrella que no podrían albergar vida tal y como la conocemos.
La misión del Kepler es distinta pero complementaria de la de otro satélite cazaplanetas que está en órbita desde hace dos años: el Corot del CNES y la ESA. De hecho, los equipos españoles que participan en esta misión analizarán también los datos de Kepler. Los dos satélites utilizan la técnica de tránsito, que consiste en medir si una estrella pierde temporalmente un poquito de luminosidad y luego la recupera. Esto puede indicar que un planeta se ha cruzado por delante del astro que orbita, haciendo un microeclipse.
Siga leyendo el artículo del diario El País de España
El nuevo telescopio de la NASA, Kepler, observará durante tres años y medio incansablemente la misma región del cielo. Lo hará desde el espacio para no sufrir los inconvenientes del día y la noche terrestres. Su objetivo es buscar planetas rocosos fuera del Sistema Solar que sean similares en tamaño a la Tierra y que además estén en el entorno más idóneo para la vida alrededor de otras estrellas. El observatorio se concentrará en la región del Cisne, en la que buscará tierras alrededor de unas 100.000 estrellas.
Para el 5 de marzo está previsto el lanzamiento del Kepler, que se situará en una órbita bastante poco común, prácticamente la misma que la de la Tierra, a la que seguirá y de la que se separará progresivamente.
Desde que en 1995 el equipo suizo formado por Michel Mayor y Didier Queloz descubrieron el primer planeta fuera de nuestro Sistema Solar, convirtiendo en hecho lo que no eran hasta entonces sino hipótesis, se han detectado unos 340 cuerpos de este tipo. Sin embargo, la mayoría son tan grandes como Júpiter y además están en órbitas tan cercanas a la estrella que no podrían albergar vida tal y como la conocemos.
La misión del Kepler es distinta pero complementaria de la de otro satélite cazaplanetas que está en órbita desde hace dos años: el Corot del CNES y la ESA. De hecho, los equipos españoles que participan en esta misión analizarán también los datos de Kepler. Los dos satélites utilizan la técnica de tránsito, que consiste en medir si una estrella pierde temporalmente un poquito de luminosidad y luego la recupera. Esto puede indicar que un planeta se ha cruzado por delante del astro que orbita, haciendo un microeclipse.
Siga leyendo el artículo del diario El País de España
No hay comentarios.:
Publicar un comentario